Los primeros escrutinios de las elecciones presidenciales celebradas ayer en Portugal confirman, al cierre de esta edición, la victoria del actual jefe de Estado, el conservador Anibal Cavaco Silva, en primera vuelta, anunciada por las proyecciones de las cadenas de televisión, frente al socialista Manuel Alegre.

Cavaco obtuvo el 57,1 por ciento de los votos cuando el recuento oficial llegaba a casi el 70 por ciento de las circunscripciones electorales del país, según datos de la Comisión Nacional Electoral (CNE).

Los resultados de los sondeos a pie de urna se cumplieron también en el caso del principal rival del actual presidente, el socialista Manuel Alegre, que aparecía en segundo lugar con el 18,81 por ciento de los votos.

Si el escrutinio oficial de los comicios ratifica, como es previsible, la victoria del líder conservador, Portugal vivirá una nueva cohabitación política con el centro-derechista Partido Social Demócrata (PSD) en la jefatura del Estado y el primer ministro, el socialista José Sócrates, en el poder Ejecutivo.

La jornada electoral estuvo marcada por la baja afluencia a las urnas y los problemas informáticos y de identificación de electores. Tanto esos dos candidatos, favoritos de los sondeos, como los otros cuatro aspirantes a la presidencia de Portugal, con mínimas posibilidades de ganar, exhortaron a la participación ciudadana que pareció también resentirse del clima anormalmente frío que sufre estos días Portugal.

Las autoridades electorales reconocieron que se habían producido fallos en el sistema informático y en la utilización del carné digital de ciudadano, utilizado para votar, dos problemas que podrían perjudicar la participación electoral, según la Comisión Nacional de Elecciones (CNE).

La participación en los comicios presidenciales era a las cuatro de la tarde (hora canaria) del 35,16 por ciento, cerca de un 10 % menos que en la elección de 2006. Varios medios de comunicación lusos recogieron testimonios de votantes y responsables de mesas electorales con dificultades para identificarlos y permitir el sufragio, aunque el Gobierno negó que estos fallos puedan ser motivo de abstención.

Cerca de 9,6 millones portugueses estaban llamados a las urnas para escoger al próximo presidente del país, cargo al que aspiraban seis candidatos, aunque sólo Cavaco y Alegre tenían opciones.