El mando general de las Fuerzas Armadas de Bahrein anunció hoy que los efectivos y unidades militares que se desplegaron el pasado día 17 en varias calles de Manama en respuesta a las protestas populares, regresarán a los cuarteles.

"Las unidades militares a las que se les encargó la protección de las zonas vitales del centro de la capital han completado su misión con éxito en la conservación de la seguridad y el orden públicos y la paz de los ciudadanos y los residentes", aseguró un portavoz del Ejército en un mensaje difundido por la televisión estatal.

La nota, titulada "comunicado número dos", agrega que "se ha emitido la orden de que (las unidades) regresen a sus cuarteles y estén preparadas para cualquier otra misión".

El comunicado se ha hecho público poco después de que los tanques y blindados militares presentes en la céntrica plaza Lulu (de la Perla) de Manama fueran sustituidos por un gran número de efectivos policiales.

Varios cientos de personas se mantienen ahora en las cercanías de la plaza, que se ha convertido en un símbolo de las protestas de Bahrein, después de que en un primer momento la Policía intentara dispersar con gases lacrimógenos a quienes se concentraban.

El Ejército se desplegó el pasado día 17 por las calles de Manama, después de que la Policía antidisturbios desalojara de la plaza Lulu a varios miles de manifestantes que llevan dos días acampadas exigiendo reformas políticas y mejoras de las condiciones de vida.

El regreso de los militares a los cuarteles coincide con una nueva llamada del príncipe heredero de Bahrein, jeque Salman bin Hamad al Jalifa, a la oposición para "tratar todos los asuntos con sinceridad".

"Ciudadanos de Bahrein, ahora ha comenzado una nueva etapa para discutir todos nuestros asuntos con sinceridad y tranquilidad. Deseo hacer llegar un mensaje de que en este momento se requiere de tranquilidad sobre la base de que todas las partes propongan sus opiniones y asuntos de manera responsable y productiva".

Las protestas bahreiníes comenzaron el pasado 14 de febrero al calor de los levantamientos populares de Túnez y Egipto.

Esta revuelta cuenta con una participación sin precedentes en este país, de mayoría chií pero gobernado por la minoría suní, y formado por un archipiélago de islas con una superficie de tan solo 727 kilómetros cuadrados, en el que viven poco más de un millón de personas, la mitad de ellas extranjeras.