Abstinencia de sexo, rebelión de las patatas fritas, huelga de afeitarse o acampada virtual frente al Ejecutivo son algunas de las fórmulas elegidas por los belgas para protestar con humor contra la clase política del país, que esta semana batió a Irak en el récord de días sin Gobierno.

La cifra mágica de 250 permitió que este pequeño estado del centro de Europa, con escasos trofeos deportivos en su vitrina, batiera, ayer, al resto del mundo en esta categoría de dudoso mérito.

La noticia, que en otras partes hubiera provocado notables muestras de descontento popular, fue acogida con pasmosa naturalidad por los ciudadanos belgas, acostumbrados a esperar meses desde que introducen su voto en las urnas hasta que conocen las caras de quienes decidirán su futuro en la siguiente legislatura.

Así, descartado el recurso a la pataleta, muchos belgas piensan que la única vía de protesta que todavía les queda es la carcajada.

La víspera de que Bélgica se hiciera con esta plusmarca mundial, unas 10.000 personas protestaron en la llamada "Revolución de las patatas fritas", denominada así para hacer un irónico paralelismo entre la reciente revolución de los jazmines en Túnez y el icono gastronómico belga.

Ese mismo día, 249 estudiantes tenían previsto desnudarse en la ciudad flamenca de Gante, en señal de descontento por cada uno de los días de crisis política, aunque el pudor (o el frío) fomentó el desánimo y sólo una treintena de ellos se atrevieron finalmente a quedarse en paños menores en defensa de la unidad nacional.

Estas dos iniciativas no son las únicas muestras de que la crisis política ha agudizado el ingenio belga.

El movimiento Camping 16 propone a los internautas que acampen virtualmente ante la sede del primer ministro para pedir a la clase política que haga su trabajo o "devuelva el dinero" a los ciudadanos, como cuando compran un producto defectuoso.

Probablemente, el efecto de esta protesta no pueda asemejarse a la presión que han ejercido los "camisas amarillas" y los "camisas rojas" apostados ante la sede del Gobierno tailandés en Bangkok, pero ya son 153.000 los internautas que se dicen "acampados" frente al edificio de la Rue de la Loi, 16.

Por su parte, el actor belga Benoit Poelvoorde pidió a sus compatriotas en enero pasado que se dejaran crecer la barba mientras no hubiera Gobierno, en una iniciativa que ha tenido poca repercusión, a juicio de las caras afeitadas que se ven por las calles de Bruselas.

La idea de este cómico inspiró a la senadora socialista flamenca Marleen Temmerman, quien propuso una "huelga de sexo" para presionar a los negociadores que deben formar un nuevo Ejecutivo en Bélgica.

Temmerman comentó la idea del actor cuando se encontraba de viaje en Kenia, donde una interlocutora le contó que ellas lanzaron una iniciativa similar en 2009, tras una grave ola de violencia política en el país.

Pocas semanas después de la huelga de abstinencia de las mujeres keniatas, ya había un Ejecutivo estable, aunque no hay datos que avalen la efectividad de esta iniciativa que recuerda a Lisístrata, la obra de teatro clásica de Aristófanes en la que la protagonista convence a las mujeres de Grecia a practicar la castidad para obligar a los hombres a terminar la guerra entre Atenas y Esparta.

Ante las críticas de los grupos feministas y sus adversarios políticos por una iniciativa que califican de frívola y machista, Temmerman ha defendido la carcajada como vía de escape a la crisis del país.

Tras 250 días sin Gobierno, "o te conviertes en un cínico o intentas cambiar las cosas con sentido del humor".