Miles de manifestantes bahreiníes han vuelto a tomar la plaza Lulu de Manama, símbolo de las protestas que comenzaron el pasado día 14, al grito de "el pueblo quiere la caída del régimen" y "pacíficamente, pacíficamente", como pudo constatar EFE.

El regreso de los manifestantes, que portaban banderas de Bahréin se ha producido poco después de que el Ejército, que se desplegó el pasado día 17 en la céntrica plaza y en varios puntos de la capital, regresara a los cuarteles.

Los participantes en la protesta, que fueron desalojados por la fuerza el jueves, tomaron la plaza después de algunos enfrentamientos con la policía que se retiró tras varios intentos de dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos.

La alegría invade a las personas que se encuentran en la plaza, coronada por una perla, que han asegurado que no volverán a abandonar la rotonda.

Poco antes, el mando general de las Fuerzas Armadas de Bahréin anunció que habían ordenado a los efectivos y unidades militares que se desplegaron el pasado día 17 en respuesta a las protestas populares, que regresaran a los cuarteles.

"Las unidades militares a las que se les encargó la protección de las zonas vitales del centro de la capital han completado su misión con éxito en la conservación de la seguridad y el orden públicos y la paz de los ciudadanos y los residentes", aseguró un portavoz del Ejército en un mensaje difundido por la televisión estatal.

La nota, titulada "comunicado número dos", agregaba que "se ha emitido la orden de que regresen a sus cuarteles y estén preparadas para cualquier otra misión".

El Ejército se desplegó el pasado jueves por las calles de Manama, después de que la Policía antidisturbios desalojara de la plaza Lulu a varios miles de manifestantes que llevan dos días acampadas exigiendo reformas políticas y mejoras de las condiciones de vida.

Las protestas bahreiníes, en las que ya han muerto siete personas, comenzaron el pasado 14 de febrero al calor de los levantamientos populares de Túnez y Egipto.

Esta revuelta cuenta con una participación sin precedentes en el país, de mayoría chií pero gobernado por la minoría suní, y formado por un archipiélago de islas con una superficie de tan solo 727 kilómetros cuadrados, en el que viven poco más de un millón de personas, la mitad de ellos extranjeros.