Las autoridades de Baréin decidieron ayer imponer el estado de emergencia en este pequeño reino del golfo para intentar sofocar una serie de protestas políticas que causaron dos muertos y centenares de heridos. La medida estará vigente por tres meses y fue adoptada por el rey de Baréin, Hamad bin Isa al Jalifa, para hacer frente a los disturbios "que han puesto en peligro los bienes y la vida de los ciudadanos" de este país, con un millón de habitantes.

El monarca ordenó al mando de las Fuerzas de Defensa que adopte "las medidas necesarias para aplicar" el decreto de estado de emergencia en todo el territorio del país, de tan sólo 760 kilómetros cuadrados.

Los militares bareiníes podrán recurrir a las fuerzas de seguridad, a la Guardia Nacional "y a otras fuerzas, si fuera necesario", para aplicar el estado de emergencia.

El decreto, que fue dado a conocer por la agencia oficial bareiní, BNA, lamenta que los disturbios hayan afectado a la vida y a los bienes de los bareiníes y sostiene que los hospitales se han convertido "en focos de terror e intimidación".

Tras conocer la decisión, la oposición bareiní, que lleva luchando desde el 14 de febrero exigiendo profundas reformas políticas, pidió a la comunidad internacional que condene el estado de emergencia decretado.

La principal confederación sindical y los siete partidos más importantes de la oposición criticaron "la grave escalada de seguridad".