Cientos de egipcios continúan hoy en la céntrica plaza Tahrir de El Cairo en un claro desafío a las Fuerzas Armadas, tras los violentos enfrentamientos de esta madrugada entre manifestantes y militares.

En esta plaza, epicentro de la revolución que puso fin al régimen de Hosni Mubarak, son evidentes las señales de los choques ocurridos horas antes cuando miembros del Ejército trataron de dispersar después del toque de queda a los congregados allí.

Todos los accesos a lugar están cerrados al tráfico con alambradas y vallas, el pavimento está salpicado de decenas de adoquines rotos, piedras y casquillos de bala, y en el centro hay un camión y un autobús calcinados, según pudo constatar Efe.

"Nos quedaremos aquí hasta que las demandas de la revolución sean cumplidas y Mubarak sea juzgado. No queremos que vuelva a pasar lo de anoche", dijo el joven Husam Abdelatif, en alusión a lo que el definió como un ataque del Ejército contra los manifestantes pacíficos.

Los incidentes de esta madrugada son los primeros graves registrados entre los manifestantes y el Ejército, que fue bien recibido durante la revolución, cuando nunca atacó a los participantes en las protestas.

Pero la buena imagen de las Fuerzas Armadas parece haberse deteriorado ya que muchos consideran que no están haciendo lo suficiente para poner fin al régimen de Mubarak.

Asimismo, también influye en este aumento de la desconfianza las denuncias de que algunos manifestantes han sido torturados por miembros del Ejército y de que otros se enfrentan a juicios militares.

"Tenemos la sensación de que el Ejército no es bueno. No está haciendo nada para cambiar el sistema", afirmó uno de los congregados en Tahrir, Mohamed Abdalá.

La manifestación de la víspera bautizada "Viernes de la purga", que tenía el objetivo de pedir el juicio de Mubarak y otros exdirigentes corruptos, así como la renuncia de responsables procedentes del régimen antiguo, transcurrió de forma pacífica hasta el inicio del toque de queda a las 02.00 hora local (00.00 GMT).

"Algunos militares querían unirse a nosotros por la noche y otros oficiales del Ejército vinieron para impedírselo y arrestarlos", explicó Abdelatif, que indicó que ese fue la chispa que desencadenó los choques en la plaza y las persecuciones por las calles aledañas.

Según Abdelatif, miembro de la Coalición Jóvenes del 25 de enero, los soldados atacaron a los manifestantes y causaron tres muertos y varios heridos.

Sin embargo, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto, que dirige el país desde la renuncia de Mubarak, informó hoy de que "las fuerzas del Ministerio de Interior y algunos civiles honestos repelieron las acciones de violencia y aplicaron el toque de queda sin que se registraran víctimas".

"Hubo personas que no respetaron la ley en la plaza Tahrir, tras la manifestación del viernes en la que participó gente honesta. Esos grupos llevaron a cabo disturbios y no cumplieron con el toque de queda", señala la cúpula militar en un comunicado.

Los dirigentes militares también ordenaron la detención del empresario Ibrahim Kamel, uno de los remanentes del exgobernante partido nacional Democrático, y tres de sus colaboradores, acusados de "instigar acciones delictivas ayer en la manifestación de Tahrir".

En este sentido, Abdelatif denunció que el Ejército pretende hacer creer que los que se concentran en Tahrir son matones que nada tienen que ver con la revolución del 25 de enero.

También el joven Ziad Ahmed insistió, mientras enseñaba varios casquillos de bala y supuestos vídeos de los heridos en su móvil, en que "el Ejército atacó a los manifestantes, que en ningún momento les habían agredido".

Las versiones de lo ocurrido son contradictorias, pero lo que parece evidente es que los congregados en la plaza Tahrir pretenden resistir allí y ya han instalado algunas tiendas de campaña en el centro, como hicieron durante la revolución.