Unos 500 presos talibanes se fugaron ayer de la prisión de Kandahar, en el sur de Afganistán y bastión espiritual de la insurgencia, a través de un túnel de más de 300 metros que fue excavado durante cinco meses.

La escapada, la segunda en solo tres años, fue confirmada en un comunicado por la oficina del Gobernador de Kandahar, que cifró en 475 el número de fugados y añadió que las autoridades han puesto en marcha un dispositivo de búsqueda para localizarlos.

"Hemos capturado ya a trece de ellos. Algunos tenían chalecos explosivos. En el penal de Kandahar había en total 1.000 prisioneros", recalcó el portavoz de Kandahar, Zalmai Ayubi.

El Gobierno de Kandahar precisó que dispone de datos biométricos de los fugados. La fuga se produjo de madrugada, indicaron los talibanes en un comunicado, en el que precisaron que los insurgentes excavaron el túnel desde el exterior hasta llegar al bloque donde estaban presos los "convictos políticos". "Hemos liberado a 541 talibanes presos en esa sección", se jactó un portavoz insurgente, Zabiullah Mujahid.

Según apuntó, los insurgentes iniciaron la construcción del túnel al sur del penal y tardaron unos cinco meses en llegar hasta el bloque político. Además, agregó que los insurgentes desplegaron un comando de "suicidas" alrededor de la prisión para el caso de que las fuerzas afganas descubrieran el plan e intentaran hacerlo fracasar. "La puesta en libertad comenzó a las 23:00 del domingo, y solo tres presos conocían el plan. Fueron despertando a sus compañeros uno por uno. El último de ellos salió a las 03:30 de la madrugada", precisó Mujahid.

La fuga fue condenada por el portavoz de la oficina presidencial afgana, Waheed Omar, que la calificó como un "desastre" y reconoció que el Gobierno está todavía recabando datos para analizar lo sucedido.