El presidente de EEUU, Barack Obama, lanzó ayer un órdago en favor de la reforma migratoria, al instar al Congreso y a la oposición republicana a sacar adelante una medida que, a su juicio, es "un imperativo económico".

En mangas de camisa y a pleno sol, Obama compareció ante una audiencia de mayoría hispana en la localidad fronteriza de El Paso para pronunciar el segundo gran discurso de su mandato sobre inmigración y aumentar la presión en favor de una promesa de campaña que no ha conseguido aún hacer realidad.

La regularización de los indocumentados, de los que se calcula que existen en torno a doce millones en EEUU, aseguró, beneficiará a la economía del país, pues aumentará los ingresos tributarios de manera que se reduzca el déficit presupuestario y dejará de ser posible la explotación de una mano de obra barata que deprima los sueldos de los demás.

Igualmente se podría sacar partido a las capacidades de los inmigrantes ilegales que no pueden aprovechar mientras estan en las sombras.

Obama instó a los ciudadanos a movilizarse en favor de la medida y "hacer que Washington sepa que hay un movimiento en favor de la reforma que crece con fuerza de costa a costa".

Hasta ahora el Congreso de EEUU, responsable de aprobar ese tipo de medida, ha mostrado un escaso apetito por la introducción de cambios en el sistema migratorio, un asunto que divide profundamente a la población del país.

La mayoría de la oposición republicana -que domina la Cámara de Representantes- aboga por reforzar la seguridad en la frontera y no por conceder lo que considera una "amnistía" a quienes se encuentran en el país de modo ilegal.

Obama arremetió contra esa posición, al explicar que su Gobierno ha adoptado medidas de sobra para mejorar la seguridad en la frontera pero para los republicanos "nunca nada será suficiente".

Tras recordar que el muro que se comenzó en la frontera con México por iniciativa republicana ya está construido, "quizás quieran ahora que se cave un foso. Quizás quieran que el foso tenga cocodrilos", bromeó, entre las risas del público.

Al recordar que ya durante el mandato de su predecesor, George W Bush, se intentó una reforma que fracasó por el rechazo republicano, indicó que "la cuestión es si aquellos en el Congreso que previamente reclamaron el que se hiciera cumplir la ley están ahora dispuestos a volver a la mesa de negociaciones y acabar el trabajo que empezamos".

En su primera visita como presidente a la línea entre EEUU y México, donde visitó uno de los centros de control fronterizos, Obama defendió que hay pasos de la reforma que se pueden tomar ya.

En este sentido aludió a la aprobación del proyecto de ley conocido como DREAM Act, que establecería un camino para la legalización de los inmigrantes ilegales jóvenes que se matriculen en la Universidad o que se en-rolen en las Fuerzas Armadas. Esa iniciativa quedó aprobada en diciembre en la Cámara de Representantes pero no recibió el apoyo necesario en el Senado.

"Vamos a seguir luchando por la Dream Act, vamos a mantener la lucha en favor de la reforma", destacó en el segundo gran discurso de su mandato sobre inmigración.

Su alocución no contuvo grandes novedades, sino que se centró en reiterar sus posiciones en torno a la reforma migratoria, que durante la campaña electoral de 2008 prometió que lograría en el primer año de su mandato.

De cara a los comicios del año próximo, Obama necesita reconectar con los votantes hispanos, la comunidad de mayor crecimiento en EEUU, que hace tres años le respaldaron en un 67% pero que ahora está desencantada.