El expresidente de Honduras Manuel Zelaya, derrocado el 28 de junio de 2009, regresó ayer del exilio a su país tras un año y cuatro meses de residir en la República Dominicana.

Miles de seguidores de Zelaya reunidos en los alrededores del aeropuerto internacional Toncontín de Tegucigalpa estallaron en júbilo al aterrizar el avión de matrícula venezolana que trajo al exmandatario desde Managua, cerca de las 14:22 hora local (20:22 GMT).

Zelaya besó el suelo al salir de la aeronave en la Base Aérea "Hernán Acosta Mejía", contigua al aeropuerto civil, donde fue recibido por su madre, Hortensia Rosales; sus hijos Héctor Manuel y José Manuel, y el ministro hondureño de Planificación, Arturo Corrales, uno de los negociadores del acuerdo que permitió su retorno.

En unas breves declaraciones a periodistas, el exmandatario agradeció la gestión de dicho acuerdo a los presidentes de Honduras, Porfirio Lobo; de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Juan Manuel Santos.

Acompañaron a Zelaya en su viaje desde Managua su esposa, Xiomara Castro; sus hijas Zoe y Hortensia; el expresidente de Panamá, Martín Torrijos; el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro; la senadora colombiana Piedad Córdova y exfuncionarios del derrocado Gobierno hondureño.

Al cierre de esta edición estaba previsto que el exgobernante se dirigiera a sus seguidores en un mitin en una plaza en el extremo sur del aeropuerto.

A continuación se trasladaría a la Casa Presidencial, donde tiene previsto participar en un almuerzo con el presidente Lobo y el resto de la delegación internacional que lo acompañó en el regreso a su país.

Insulza y Holguín llegaron el viernes a Tegucigalpa e inmediatamente se reunieron con Lobo para hablar sobre el reingreso de Honduras a la OEA, que la suspendió tras el golpe y podría reintegrarla el próximo 1 de junio durante una Asamblea General Extraordinaria convocada para ese día. El derrocado presidente abandonó Honduras el 27 de enero de 2010 hacia República Dominicana con un salvoconducto que le otorgó Lobo, quien ese día asumió la Presidencia.

Zelaya, que calificó su exilio de "tortura", fue despedido ayer de Managua con honores por el gobernante nicaragüense, Daniel Ortega. En el acto agradeció a Ortega por acogerlo "en los momentos más difíciles después de la tragedia del golpe de Estado de Honduras", y "la defensa de la democracia" que hizo.

"Hoy nos sentimos contentos y orgullosos que desde Nicaragua estés retornando a tu tierra", expresó, por su parte Ortega, tras aseverar que el golpe de Estado que depuso a Zelaya estaba dirigido a dividir a América Latina.

"Considero que estamos en el momento oportuno para declarar una victoria al proceso institucional de democracia para América Latina, y que los golpes de Estado no se den nunca jamás", declaró horas antes de despegar.

El derrocado mandatario indicó a los medios oficiales nicaragüenses que con su retorno iniciará "un nuevo capítulo" en su país, que permitirá dejar atrás "la experiencia violenta y terrorista" y abrirá el camino al diálogo, a la paz y a la diplomacia.