Más de 150.000 personas participaron ayer en la denominada "Marcha de las rosas" en Oslo y otras ciudades noruegas para rendir homenaje a las 76 víctimas mortales del doble atentado del viernes en la capital y en el campamento de las juventudes socialdemócratas.

En Oslo, los ciudadanos desfilaron con flores y antorchas por el centro de la capital, cerca de donde explotó el coche bomba, encabezados por el príncipe heredero Haakon y el primer ministro noruego, el laborista Jens Stoltenberg.

En el cierre de la concentración, en la plaza del ayuntamiento, Haakon subrayó en un discurso que "hoy las calles están repletas de amor", y recalcó que si bien nadie dará marcha atrás a los atentados del 22 de julio, los noruegos sí pueden "decidir qué hacen las muertes" de ellos.

"Hemos decidido responder al odio con unidad. Hemos elegido movilizarnos en pro de nuestros valores. Noruega es un país en luto. Recordamos a todos los que han sufrido pérdidas, desapariciones, y a todos los que han hecho un esfuerzo heroico", afirmó Haakon.

Stoltenberg instó a los ciudadanos a mantener su carácter tolerante y democrático, y destacó que "el mal puede matar a una persona", pero que nunca podrá "apoderarse de todo un pueblo".

Agregó que la respuesta de Noruega a los atentados debe ser "más apertura, más democracia", lo que arrancó un sentido aplauso de la multitud congregada en la plaza del ayuntamiento.

Por su parte, el líder de las juventudes socialdemócratas, Eskil Pedersen, visiblemente emocionado, aseguró que los ataques "han cambiado para siempre" a Noruega, pero que está en las manos del pueblo decidir cómo va a ser esa transformación.

"Él ha arrancado algunas de nuestras rosas más bellas, pero él no puede parar la primavera", concluyó.

Para culminar la marcha, los participantes, con sus rosas en alto, entonaron en alto la canción noruega "Ja, vi elsker", que significa "Sí, nosotros amamos".