Bélgica comienza a vislumbrar el fin de una crisis política que dura ya más de 500 días, desde las últimas elecciones generales, después de que los partidos implicados en la negociación de un nuevo Ejecutivo hayan logrado cerrar el presupuesto estatal ante la presión de los mercados.

El líder socialista francófono, Elio Di Rupo, ha recibido el encargo del rey, Alberto II, de formar un nuevo Gobierno "lo más rápido posible", después de que haya conducido a buen puerto la negociación del presupuesto federal para 2012, bajo la atenta mirada de los inversores y agencias de calificación como Standard & Poors, que el viernes rebajó un escalón la nota crediticia del país.

Nada más conocer que esa agencia había recortado la nota de la deuda belga de AA+ a AA con perspectiva negativa, el viernes a última hora de la tarde, Di Rupo se encerró con los representantes de los seis partidos responsables de las negociaciones gubernamentales (socialistas, democristianos y liberales) para tratar de lograr un acuerdo sobre el presupuesto.

Dieciocho horas después, tras una maratoniana madrugada de negociaciones, socialistas y liberales por fin lograron limar sus diferencias y poner fin a un bloqueo que había llevado a Di Rupo, el pasado lunes, a presentar su dimisión ante Alberto II, una renuncia que el monarca no aceptó teniendo en cuenta la presión de los mercados financieros sobre el país.