La muerte de Kim Jong-il no ha puesto freno a los viajes turísticos a la zona desmilitarizada (DMZ) entre las dos Coreas, visitada estos días por cientos de curiosos en busca de una fotografía del país más aislado del mundo.

Los autocares no dejaban de circular desde primera hora de hoy por los espacios más emblemáticos de la DMZ, una franja de cuatro kilómetros de ancho y 238 de longitud que simboliza la confrontación entre dos países que aún se encuentran técnicamente en guerra al finalizar en armisticio la Guerra de Corea (1950-53).

"Traten de no llegar hasta Corea del Norte, que están las cosas revueltas", bromeaba Kim Moon-young, una de las guías que cada día conduce a los turistas a través del "tercer túnel de infiltración", excavado por el Ejército norcoreano en los años 70 con el frustrado objetivo de alcanzar Seúl por vía subterránea.

Los visitantes trataban de burlar la densa niebla de hoy y ampliaban al máximo el "zoom" de sus cámaras en el fronterizo observatorio de Dorasan para lograr una lejana instantánea del otro lado de la frontera, en una semana que quizá cambie el rumbo de la historia de la Península Coreana.

"Tenía el billete reservado desde la semana pasada y pensé que con la muerte de Kim Jong-il iban a suspender el viaje, pero al final está valiendo mucho más la pena haber venido", comentó entusiasmada la estadounidense Cindy Dorsey, que estos días visita Corea del Sur con su marido.

Los soldados surcoreanos, omnipresentes en toda el área fronteriza, también mostraban una actitud relajada a pesar de que el Estado Mayor Conjunto decretó el lunes el estado de emergencia.

En la localidad de Imjingak, donde comienzan los tours por la frontera, un grupo de activistas en favor de los derechos humanos aprovechó que el viento soplaba en dirección al Norte y lanzó al aire globos con panfletos propagandísticos contra la familia Kim, con la esperanza de despertar voces críticas en el país vecino.

Esta actividad, realizada habitualmente por diversas ONG surcoreanas y que a menudo desata las iras del régimen comunista, suscitó hoy cierta inquietud al producirse en un momento tan delicado.

Sin embargo, las élites de Corea del Norte, centradas en allanar el camino hacia el poder de Kim Jong-un, hijo del fallecido Kim Jong-il, parecieron ignorar el gesto de los activistas.

Los medios estatales norcoreanos definieron el lunes a Kim Jong-un como el "gran sucesor" que tratará de dar continuidad a la dinastía iniciada por su abuelo Kim Il-sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea, en 1948.

También en la línea fronteriza, a unos kilómetros de Dorasan, se levanta una torre gigante en forma de árbol de Navidad que el Gobierno surcoreano tenía previsto iluminar este año, como en los anteriores, con motivo de esa festividad, pero ahora, especialmente cauto y diplomático, ha decidido "reconsiderar" su plan.

El gran árbol de navidad fronterizo, visible desde la ciudad norcoreana de Kaesong, ha sido desde su instalación en invierno de 2003 blanco de fuertes críticas del régimen de Kim Jong-il, que llegó a amenazar varias veces con abrir fuego al considerarlo una estrategia de guerra psicológica de Seúl.

Pese al ambiente de relativa normalidad que se respira en la zona, Seúl ha limitado las autorizaciones para cruzar la frontera de la DMZ, una de las más vigiladas y restringidas del mundo, y solo permite pasar a los trabajadores sureños de Kaesong, un proyecto industrial conjunto ubicado en Corea del Norte.

Entre los pocos que podrán atravesar de forma excepcional el paso estos días estarán, previsiblemente, la ex primera dama Lee Hee-ho, viuda del expresidente y Premio Nobel de la Paz surcoreano Kim Dae-jung, y la presidenta del grupo Hyundai, Hyun Jeong-eun, para presentar sus condolencias por la muerte del líder comunista

Seúl ha hecho saber que autorizará su viaje al Norte en vista de que Pyongyang envió delegaciones cuando fallecieron Kim Dae-jung y el expresidente de Hyundai Chung Mong-hun.

El progresista Kim Dae-jung fue el artífice de la política conciliadora de los "rayos de sol" que en el año 2000 se tradujo en la histórica cumbre entre los líderes de ambas Coreas, mientras el Grupo Hyundai apostó fuerte por la reconciliación a través del hoy estancado proyecto turístico intercoreano del monte Kumgang.