La corriente ultraconservadora Tea Party es la gran protagonista en la sombra del proceso de primarias republicanas en EEUU, aunque presume de carecer de líderes y no concurre como tal a las elecciones.

El próximo martes se celebrarán los primeros caucus (asambleas primarias) en Iowa, un estado del medio oeste tradicionalmente muy conservador y a priori representativo de la influencia que puede tener el Tea Party en la elección del candidato republicano que se medirá con el presidente Barack Obama en los comicios de noviembre de 2012.

Con una de sus estrellas, la exgobernadora de Alaska Sarah Palin, fuera de la contienda electoral, el Tea Party se ve en parte reflejado en Michelle Bachmann, congresista por Minesota, la única mujer en la pugna pero con pocas opciones de ganar en Iowa, según los sondeos.

Su conservadurismo social, un cristianismo ferviente y duras críticas contra la carga fiscal, combinados con una retórica populista en favor de un Gobierno con las menos competencias posibles, sintonizan con las bases del movimiento situado a la derecha del Partido Republicano.

También es visto con buenos ojos por el Tea Party el veterano congresista tejano Ron Paul, considerado de hecho el "padre espiritual" del movimiento por sus ideas ultraliberales.

Los ultraliberales como Paul son conservadores que defienden a ultranza las libertades individuales y un Estado con pocas competencias que no se entrometa en la vida de los ciudadanos.

El Tea Party eligió al legislador a finales de febrero en una convención en Phoenix (Arizona) como favorito para la carrera por la Casa Blanca y los últimos sondeos le dan la victoria en Iowa.

En la cola de esas encuestas figura el exsenador por Pennsylvania Rick Santorum, con un perfil también muy a tono con el Tea Party: católico a ultranza, contrario al aborto y al matrimonio homosexual a la vez que partidario de reducir los programas de asistencia social.

Los demás candidatos no están tan abiertamente alineados con el movimiento, conscientes de que eso les puede alejar de los republicanos menos conservadores, pero sí le hacen guiños constantes.

El estilo agresivo y la vinculación de los demócratas con el socialismo son las armas que usa el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich para atraer a las bases republicanas ultraconservadoras.

Otro ejemplo es el gobernador de Texas, Rick Perry, que critica la presencia de homosexuales en las Fuerzas Armadas y quiere suprimir la reforma sanitaria que aprobó el Gobierno de Obama.

Sin embargo, Perry aprobó en Texas una ley para que los hispanos reciban ayudas para acceder a la universidad aunque no hayan regularizado su situación, algo que choca con los planteamientos del Tea Party sobre inmigración, que pasan por el rechazo a una amnistía, penalizar a los ilegales y mayor control de las fronteras.

Mientras, el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney está tratando de conectar con las élites defensoras del libre mercado, según los analistas, pero muchos lo consideran demasiado "moderado".

Romney es, además, impulsor de una reforma sanitaria en Massachusetts que sus críticos comparan con la aprobada por Obama.

El llamado "Partido del Té" basa su nombre en el motín de 1773 en Boston en el que los colonos independentistas tiraron cargamentos de té al mar para protestar por los impuestos del imperio británico.

Comenzó a tomar fuerza en 2009 por iniciativa de núcleos de votantes jóvenes preocupados por la economía, defensores de un férreo control del gasto público, escasa presencia del Estado e impuestos bajos, en un contexto de crisis y de un índice de desempleo cercano al 10 %.

A eso hay que sumar la defensa a ultranza de los valores conservadores tradicionales.

Las elecciones legislativas de noviembre de 2010 ya confirmaron la influencia del Tea Party en la vida política del país, con el triunfo de sus candidatos al Senado Rand Paul (Kentucky), Marco Rubio (Florida) y Kelly Ayotte (Nueva Hampshire).

La polarización vivida en 2011 en el Congreso, que llegó a poner en riesgo en agosto un acuerdo sobre el techo de la deuda estadounidense, ha sido consecuencia en parte de una radicalización de las posturas republicanas fomentada por el Tea Party.