El Kremlin descartó que hoy pueda tener lugar una conversación telefónica entre el presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, sobre la necesidad de desbloquear los debates en la ONU sobre Siria.

"No hay ninguna conversación prevista en la agenda del Presidente", declaró Natalia Timakova, portavoz de la Presidencia rusa, a las agencias locales.

Timakova reaccionó así a la afirmación del líder galo de que esta tarde se pondría en contacto con el jefe del Kremlin para hablar de Siria en su nombre y en el de la canciller alemana, Angela Merkel.

Rusia, al igual que China, vetó el viernes la nueva propuesta de resolución sobre Siria presentada por Marruecos, pese a que ya no incluía un claro llamamiento a la dimisión del presidente sirio, Bachar al Asad.

Al respecto, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró hoy que Moscú decidió vetar el proyecto árabe en el Consejo de Seguridad después de que Occidente se negara a esperar a los resultados de las consultas entre Moscú y Damasco.

Lavrov, quien ha asegurado que una resolución que contemple la injerencia exterior en el país árabe nunca será aprobada por el Consejo de Seguridad, tiene previsto viajar mañana, martes, a Damasco para reunirse con Asad.

"Para algunos era más importante achacarle a alguien la culpa (del fracaso de la resolución) que alcanzar el consenso en el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que era del todo posible", aseveró.

Las cancillerías occidentales acusan a Moscú y Pekín de quedarse con los brazos cruzados, mientras aumentan los muertos por la represión violenta de la oposición a manos de las fuerzas de seguridad sirias.

Por su parte, Moscú acusa a EEUU de querer aplicar en Siria el guión libio: sanciones internacionales, embargo aéreo, intervención militar occidental y cambio de régimen.

Según los analistas, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, quien probablemente será elegido presidente en las elecciones de marzo, no permitirá la repetición del escenario de Libia, donde Moscú perdió miles de millones de dólares en contratos de armas.

Entonces, Putin tachó de "llamamiento a las cruzadas" la resolución 1973 que permitió la intervención militar aliada y condujo al derrocamiento y asesinato del dictador libio, Muamar el Gadafi.