Siria se queda sola en la escena internacional y Moscú, afianzado como el último aliado de peso que le queda a Damasco, trató hoy de lanzar un salvavidas al régimen de Bachar al Asad que pueda evitar el descenso imparable hacia una guerra civil.

La retirada de los embajadores de los principales países de la Unión Europea y del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que se sumó hoy a las anunciadas ayer por Washington y Londres, ha dejado todavía más aislado a un régimen que se enfrenta a sangre y fuego al levantamiento de la población en muchas de sus ciudades.

Fuentes diplomáticas occidentales confirmaron que la decisión de llamar a consultas a los embajadores fue tomada en bloque por los mayores países de la UE, pero que la actividad en las legaciones continuará por ahora con normalidad.

El embajador de España, Julio Albi, abandonará esta misma noche la capital siria, según pudo saber Efe.

El fracaso a la hora de aprobar una resolución de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU ha llevado a una movilización diplomática que busca la reacción de un gobierno que, pese a todo, aún tiene el control y un respaldo significativo de sus ciudadanos.

Por eso, la entrevista hoy en Damasco del ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, fue recibida como una seria llamada de atención para que Al Asad abra un diálogo real.

"Moscú quiere que las reformas anunciadas por Al Asad se hagan realidad y puedan convencer a aquellos opositores que no han decidido tomar las armas y que todavía creen en una solución negociada", explicó un analista que pidió no ser identificado.

Según declaró el propio Lavrov a la prensa rusa, el presidente Al Asad aseguró en la reunión que está dispuesto a dialogar con todas las fuerzas políticas.

"El presidente sirio está totalmente comprometido con el cese de la violencia, independientemente de donde provenga", subrayó, al tiempo que alertó de que Rusia no tolerará una intervención extranjera para solucionar la crisis.

Una de las medidas estrella en el plan de reformas de Al Asad es una reforma constitucional que supuestamente garantizará el pluripartidismo, ya que hasta ahora solo está admitido el partido gobernante Baaz.

La noticia de que la comisión constitucional ya ha finalizado sus trabajos fue difundida en paralelo con la llegada de Lavrov, al que decenas de miles de personas recibieron en la carretera del aeropuerto, en una nueva muestra del músculo con que todavía cuenta el régimen en Damasco.

El borrador de la carta magna deberá ser sometido en la primera semana de marzo a un referéndum popular, según el calendario anunciado por Al Asad en enero pasado.

Sin embargo, mientras en la capital se ofrecía la zanahoria, el régimen asadista se guardaba de nuevo el palo para la castigada ciudad de Homs.

El Ministerio del Interior no dejó lugar para dudas acerca de sus intenciones al anunciar que "continuará la persecución de los grupos terroristas armados que operan en Homs".

Las autoridades sirias acusaron en un comunicado a esos "grupos terroristas" de la escalada de la violencia en las últimas semanas, e insistieron en que continuarán su ofensiva "hasta recuperar la seguridad y la estabilidad en la ciudad".

Homs volvió a ser un día más el escenario de los peores bombardeos del régimen, en una estrategia de hostigamiento que comenzó el pasado viernes con los disparos de morteros y obuses desde los carros de combate.

Según los opositores Comités de Coordinación Local, al menos 23 personas murieron hoy por la represión, trece de ellas en Homs y otras seis en Madaya, una localidad en la periferia damascena que, según sus habitantes, también está siendo objeto de asedio militar.