El presidente galo, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, elevaron ayer la presión para que Grecia afronte las reformas a las que se comprometió para recibir un nuevo tramo de la ayuda europea y que la oposición del país parece reacia a adoptar. Al término de un Consejo de Ministros francoalemán, los líderes de ambos países amenazaron con no entregar un nuevo paquete de ayuda que Atenas necesita si antes no pone en marcha el ajuste acordado con la troika que forman la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

"El tiempo apremia", aseguró Merkel que, como Sarkozy, dijo que la adopción de medidas es una condición previa para desbloquear la concesión de nuevas ayudas a Grecia.

Sarkozy indicó que la decisión concierne al Gobierno heleno, pero también a la clase política en su conjunto y citó de forma explícita a los líderes del partido socialista y conservador.

"La situación de Grecia tiene que arreglarse de una vez por todas", afirmó Sarkozy que, junto con la canciller, apostó por que los intereses de la deuda griega sean colocados en una cuenta bancaria bloqueada para garantizar su pago.

Ninguno de los dos representantes del eje franco-alemán considera la salida de Grecia del euro, pero ambos consideraron que la pelota está en el tejado de Atenas.

Cumplimiento escrupuloso

"Los elementos del acuerdo nunca han estado tan cerca, tanto en lo que se refiere a los acreedores privados como a los públicos. Pero el acuerdo hay que terminarlo. No nos imaginamos que no haya acuerdo", indicó Sarkozy.

El presidente galo recordó que Europa ya ha acudido al rescate de Grecia y que Atenas asumió compromisos que deben cristalizarse en reformas, al tiempo que pidió un cumplimiento "escrupuloso" de las mismas.

Unas medidas que el pueblo heleno digiere mal y que buena parte de la clase política del país no parece dispuesta a respaldar.

Sarkozy y Merkel mostraron de nuevo la fortaleza de un eje que, en palabras del presidente francés, "ha sido determinante para evitar que Europa y el euro caigan en el abismo de la crisis financiera".

"Todavía no lo hemos superado del todo, pero en estos tres años de crisis la alianza franco-alemana ha permitido a Europa superar los desafíos que se le han presentado", indicó Sarkozy.

Y el camino más inmediato pasa por una mayor armonización entre ambos países, uno de los temas que trataron en el Consejo que reunió a una docena de ministros de ambos países.

La puesta en común comenzará, según Sarkozy y Merkel, por acercar sus políticas fiscales, empezando por el impuesto de sociedades, que ambos países aproximarán en los próximos meses siguiendo un libro verde presentado por los responsables de Economía.

También se acercarán posturas en política laboral, educativa y en la lucha contra la competencia desleal social que hacen otros países.

"Francia y Alemania están decididos a crear un zona estabilidad que reforzará a toda Europa y toda la zona euro", dijo Sarkozy.

Una puesta en común a la que invitan al resto de los miembros de la Unión, que deben comenzar por firmar el nuevo tratado a principios de marzo "al menos 25" de ellos.