El Ejército turco ha matado hoy a al menos once supuestos miembros del proscrito Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) en dos operaciones separadas en el extremo sureste del país que se cobraron la vida de dos soldados.

Según informa la agencia de noticias semioficial Anadolu, las fuerzas de seguridad detectaron un grupo de miembros de la guerrilla kurda en Uludere, un municipio fronterizo con Irak, en la provincia de Sirnak, y trasladaron hasta allí a varios comandos con la ayuda de helicópteros.

Durante la operación, asistida por la Fuerza Aérea turca, murieron diez supuestos miembros del PKK, dos soldados fallecieron en el combate y otros tres fueron heridos.

La operación aún continúa en esta zona, habitual escenario de combates entre el PKK y el Ejército, aunque en diciembre pasado una operación aérea cerca de la misma localidad mató a 34 personas, supuestamente guerrilleros, que luego resultaron ser civiles dedicados al contrabando.

Otra acción tuvo lugar hoy en Cinar, un municipio de la provincia suroriental de Diyarbakir, con el resultado de un supuesto miembro del PKK muerto y otro herido.

Según explicó a Anadolu el gobernador de la provincia, Mustafa Toprak, la operación se puso en marcha tras recibirse información sobre un camión cargado de explosivos.

Al parar el vehículo, las fuerzas de seguridad se incautaron de 125 kilos de explosivos, mataron a un supuesto miembro del PKK que intentaba escapar e hirieron y capturaron a otro, luego trasladado a un hospital.

Durante el día de hoy se ha llevado a cabo además una amplia operación policial simultánea en 30 provincias contra supuestos miembros de la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK), una difusa red descrita a menudo como la "rama civil" del PKK, considerado. terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea.

Durante esta redada, unas 130 personas han sido detenidas, incluidos varios dirigentes sindicalistas y cargos municipales, que se suman a las aproximadamente 2.000 que ya se hallan en prisión preventiva por la misma causa.

A los acusados de pertenecer al KCK prácticamente nunca se les atribuyen delitos violentos o actividades armadas, sino más bien un apoyo intelectual a la guerrilla kurda.

El PKK se alzó en armas en 1984 para luchar por la autodeterminación de los aproximadamente 12 millones de kurdos que viven en Turquía y desde entonces unos 45.000 personas han muerto en este conflicto.