La comunidad internacional acude a la reunión de "Amigos de Siria", que se celebrará mañana, viernes, en Túnez, con el objetivo de buscar un marco de acción para presionar al régimen de Damasco pero sin contemplar una intervención militar en el país.

Las posturas de los distintos organismos internacionales y de los principales países involucrados en resolver este conflicto son dispares, aunque coinciden en el rechazo por el momento de una intervención al estilo de Libia.

El reciente bloqueo en el Consejo de Seguridad de la ONU de China y Rusia a la hoja de ruta diseñada por la Liga Árabe para una transición en Siria, fuerza ahora a los distintos actores implicados en el conflicto a buscar otras alternativas, entre las que figura el envío de una fuerza de paz propuesto por la organización panárabe.

La Unión Europea (EU) y Estados Unidos de momento no contemplan la intervención militar, aunque han impuesto sanciones económicas y diplomáticas.

Las distintas rondas de sanciones de la UE incluyen el embargo de armas y afectan ya a 38 entidades y a 108 personas vinculadas con el régimen del presidente sirio, Bachar al Asad.

El 23 de noviembre del año pasado, Francia propuso a la UE la creación de "corredores humanitarios" o de una "zona de exclusión" para ayudar a los civiles.

Mientras, en la ONU, solo han prosperado dos resoluciones de condena de la Asamblea General, debido a que en el Consejo de Seguridad Rusia y China, aliados de Damasco, tienen derecho a voto.

China, ha impedido con su veto dos veces que prosperaran sendas resoluciones y ha defendido su postura de no injerencia en los asuntos sirios, aunque el enviado especial chino para Oriente Medio, Wu Sike, ha llamado al diálogo en Damasco a las partes enfrentadas.

De igual modo, Rusia, el principal proveedor de armas a Siria, cuyas ventas en los últimos años se cifran en varios miles de millones de dólares, ha votado dos veces en contra de condenar al régimen sirio, si bien no ha descartado su participación en una potencial misión de paz de la ONU.

Los vetos de Rusia y China han sido elogiados por Irán, gran valedor de Damasco, al que la oposición siria denuncia por apoyar la represión del régimen con armas y ayuda militar.

El rechazo a una intervención militar se da también en la OTAN, cuyo secretario general, Anders Fogh Rasmussen, ha expresado que el organismo no tiene intención de intervenir en Siria, aún bajo un mandato de la ONU para proteger a los civiles, ya que, en su opinión, la solución ha de adoptarse a nivel regional.

De hecho, ha sido a nivel regional donde se ha llevado la iniciativa para mediar en la crisis siria. La Liga Árabe se mostró favorable de un aislamiento al régimen sirio que inició con la suspensión de Siria de la organización en noviembre de 2011, a la que se sumaron después sanciones económicas.

Este organismo panárabe envió una misión de observadores a Siria para buscar una solución al conflicto y verificar sobre el terreno el cese de la violencia y la situación de los derechos humanos.

Sin embargo, esta misión se frustró ante el agravamiento de la crisis, por lo que el pasado 12 de febrero aprobó el envío de una fuerza de paz conjunta con la ONU.

Entre los miembros de la Liga Árabe contrarios a las resoluciones adoptadas contra Damasco figura el Líbano, que estuvo durante casi tres décadas bajo control de Siria y se ha abstenido de apoyar cualquier iniciativa árabe.

Otro organismo regional, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), también se ha mostrado contrario a la represión en Siria y algunos de sus miembros han liderado en la Liga Árabe las peticiones de adoptar medidas más duras contra Damasco.

Los seis estados miembros -Arabia Saudí, Catar, Omán, Kuwait, Baréin y Emiratos Árabes Unidos- retiraron el pasado febrero a sus embajadores de Siria.

Por su parte, Turquía, que cada vez adquiere más peso en la región pese a no ser un país árabe, trató de mediar con el régimen de Al Asad pero sin resultados.

En noviembre de 2011 congeló los bienes de los miembros del gobierno y prohibió la venta de armas.