El Partido Liberal (FPD), socio menor de la coalición de gobierno de Angela Merkel en Alemania, inició hoy un congreso de dos días, en medio de una lucha por su supervivencia política y en vísperas de dos elecciones regionales en las que corre el riesgo de quedarse sin representación parlamentaria.

Por ello, los discursos de los altos cargos del partido, empezando por su presidente, el ministro de Economía Philipp Rösler, pretendían demostrar que el FDP sigue siendo necesario en el panorama político alemán, aunque últimamente los electores no parezcan muy convencidos de ello.

"No queremos imponerle a la gente cómo tiene que vivir y en eso nos distinguimos no sólo de Los Verdes, sino también de todos los otros partidos en Alemania", dijo Rösler.

De esta forma, se distanciaba no únicamente de los formaciones de oposición, sino también de sus socios de coalición de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel.

Según el líder liberal, "tiene que seguir habiendo un partido en Alemania que esté al lado de las medianas y pequeñas empresas".

En concreto, Rösler se distanció de la CDU respecto a algunas medidas que, de momento, son controvertidas dentro del gobierno como la introducción de una ayuda especial a las madres que se queden en casa para cuidar a sus hijos, en lugar de enviarlos a la guardería.

"Esa idea no es lo que queremos todos los que llevamos años luchando por conseguir una mejor compatibilidad entre la vida familiar y la vida laboral", aseguró.

Gran parte de los ataques de Rösler, sin embargo, no estuvieron dirigidos contra los partidos tradicionales, sino contra "Los piratas", una agrupación emergente que se ha convertido en un nuevo actor del panorama político alemán.

Rösler, consciente de que "Los piratas" con su idea de una libertad casi absoluta en internet está quitando votos a su partido, insistió en que esa formación lo que promulga es "una libertad sin responsabilidad".

Antes del discurso de Rösler, hablaron ante el congreso los candidatos del partido en las elecciones regionales de Schleswig-Holstein (norte de Alemania), Wolfgang Kubicki, y Renania del Norte-Westfalia (oeste del país), Christian Lindner.

Tanto Lindner como Kubicki tenían que procurar dar una nueva cara al partido ante los próximos retos electorales, para lo cual era indispensable superar algunas deficiencias destapadas en los últimos meses, sin por ello cuestionar directamente a Rösler.

Los dos políticos intentaron salir del apuro abriendo sus discursos con una declaración de fidelidad a Rösler, para luego explicar aquello que la agrupación tiene que empezar a hacer de otra manera.

Lindner, por ejemplo, indicó que el partido debe ser consciente de que muchos ciudadanos se sienten decepcionados ante lo que ha hecho esta fuerza política en el gobierno, al que llegó en medio de grandes expectativas, con cerca del 15 por ciento de los votos.

"En el estilo y en el fondo de nuestra acción desde el gobierno hemos decepcionado", admitió Lindner.

Kubicki, por su parte, subrayó que el partido es responsable de que, desde las elecciones generales de 2009, cerca de dos tercios de sus votantes le hayan dado la espalda y se refirió en concreto a la desilusión provocada por no haber podido realizar las promesas en materia de rebajas fiscales.

El FDP está de momento por debajo del 5 por ciento de las preferencias en la mayoría de las encuestas para las elecciones regionales de Schleswig-Holstein, el 6 de mayo, y de Renania del Norte-Westfalia, el 13 de ese mes, lo que, de confirmarse, sacaría al partido de los parlamentos de esos dos estados federados y agravaría aún más su situación.

Kubicki y Lindner son dos pesos pesados de esta formación política, cuyos discursos fueron hoy claramente mejor recibidos por los delegados que la intervención de Rösler.

Ante todo Lindner, si tiene éxito en lo que muchos consideran su "misión imposible" en Renania del Norte-Westfalia, podría aspirar a la sucesión de Rösler, quien seguirá de momento en el cargo porque al partido no le conviene una crisis antes de esos dos comicios regionales.