Panamá vive una "campaña adelantada" de cara a las elecciones de 2014 que se refleja en la escalada de la ya larga disputa entre el presidente, Ricardo Martinelli, y su vicepresidente y exaliado, Juan Carlos Varela, con denuncias de corrupción y una inusitada demanda millonaria ante los tribunales.

Políticos y analistas destacaron hoy el "bajo nivel" del discurso actual de los altos funcionarios y los acusaron de poner sus intereses electorales por delante de sus responsabilidades públicas en detrimento de la democracia y de la imagen de este país, líder en crecimiento económico en la región con un 10,5% en 2011.

La agitación política comenzó hace casi un año con la ruptura de la alianza que en 2009 llevó al poder a Martinelli y a Varela, dos exitosos empresarios devenidos en políticos, que tras su separación se cruzan duras acusaciones de corrupción y ambición de poder.

Martinelli no puede optar a la reelección ya que la Constitución lo prohíbe, pero sus detractores le acusan de querer hacerlo, mientras Varela nunca ha ocultado su intención de aspirar a la presidencia en el 2014 por el Partido Panameñista, que lidera.

Cambios en la correlación de fuerzas en el Parlamento debido a la incorporación de diputados opositores a Cambio Democrático (CD), el partido de Martinellik, que ostenta la mayoría parlamentaria, denuncias de corrupción administrativa y de abuso de poder, además de reproches a Varela por traición a la patria, han aderezado el ambiente político del país centroamericano.

El más reciente capítulo de ese ruidoso enfrentamiento incluye una demanda judicial por 30 millones de dólares presentada el jueves por Martinelli contra Varela, por "daños y perjuicios" derivados de "falsas" acusaciones de corrupción en su contra.

La escalada de la diatriba tiene como telón de fondo un caso de supuesta corrupción que se investiga en Italia y que ha salpicado a Martinelli y a varios de sus funcionarios, el último filón de las denuncias lanzadas por Varela contra su antiguo aliado de gobierno.

El sujeto central de las investigaciones en Italia es Valter Lavítola, un cercano colaborador del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, a quien la Fiscalía de Nápoles acusa de corrupción internacional porque supuestamente pagó comisiones en Panamá, algo que el Gobierno de Martinelli rechaza.

Para Aurelio Barría, empresario y líder histórico de la Cruzada Civilista Nacional, "la gobernabilidad" en el país "comienza a complicarse" porque los escándalos de supuesta corrupción que han aflorado en los últimos meses han hecho que el "Ejecutivo pierda mucha credibilidad".

El secretario general del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRD), Mitchell Doens, dijo que Martinelli y Varela "están haciendo el ridículo" con una polémica en la que "no hay nivel ni altura".

Incluso el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, criticó la virulencia del enfrentamiento Martinelli-Varela y expresó su "preocupación" porque "llegue el momento en que los panameños no crean en nada ni en nadie".