El ex primer ministro británico Tony Blair y el magnate de la prensa Rupert Murdoch mantuvieron una "relación de trabajo" hasta su salida del Gobierno en 2007, según dijo ayer el político laborista en una comparecencia que fue interrumpida por un espontáneo que lo llamó "criminal de guerra".

En una intensa sesión de cuatro horas, el jefe del Ejecutivo entre 1997 y 2007 prestó declaración ante el juez Brian Leveson, en su investigación sobre los estándares de la prensa británica tras el escándalo de las escuchas de News Of The World, el dominical que Murdoch clausuró en julio tras años de pinchazos ilegales.

La intervención de Blair quedó bruscamente interrumpida a las dos horas de su inicio por la irrupción de un hombre que, tras burlar los controles de seguridad, se coló en la sala para tildar de "criminal de guerra" al exlíder laborista y reprocharle a gritos su actuación en la invasión a Irak en 2003. Una vez las fuerzas del orden redujeron y arrestaron al individuo, el juez Leveson se disculpó ante Blair y prometió una investigación "inmediata" sobre el incidente.

A lo largo de su testimonio, Blair, a quien durante su mandato se le criticó un afán por influir en la prensa para favorecer a su partido -con la ayuda de su asesor de comunicación, Alastair Campbell-, tildó de "inevitable" la interrelación que se establece entre políticos y directivos de los medios.

Aseguró haber optado por gestionar esa relación -que entraña "tensiones" y se centra "en el poder"- en lugar de enfrentarse a los medios, pues una confrontación, dijo, habría acarreado "consecuencias duras".

Recordó, en este sentido, la evolución de su propia relación con la prensa desde que asumió el liderazgo laborista en 1994, un vínculo que fue cambiando a raíz de la derrota sufrida por su formación en las elecciones generales de 1992, bajo el liderazgo de Neil Kinnock.

Aquel batacazo en las urnas se le "quedó grabado" en la memoria y le llevó a hacer lo posible para evitar que el laborismo volviera a ser blanco de lo que tildó de "ataque mediático", explicó.

Se refirió en concreto a su relación estrictamente "de trabajo" con el dueño de News Corporation, Rupert Murdoch, con quien mantuvo un contacto asiduo desde que el magnate decidió respaldar el laborismo en las elecciones de 1997, que zanjaron 18 años de gobiernos conservadores en el Reino Unido.

Blair, que se convirtió en 2010 -tras dejar el Gobierno- en padrino de una de las hijas del propietario de News Corp, desarrolló una relación "más sana" con el empresario australiano una vez abandonó Downing Street, según explicó.

En cuanto a tres llamadas telefónicas que mantuvo con Murdoch antes de la invasión a Irak en 2003 -el 11, 13 y 19 de marzo-, aseguró que en ellas no hubo "nada particularmente extraño" y afirmó que jamás pidió "cobertura mediática" al magnate.

Al abandonar el poder, Blair desarrolló una relación más cercana con Rebekah Brooks, exconsejera delegada de News International (NI) -filial británica de News Corp-, y que comparecerá el 13 de junio ante un tribunal de Londres acusada de obstrucción a la justicia.

Cuando dimitió al frente de NI, por el escándalo de las escuchas ilegales, Blair envió un mensaje de apoyo a la periodista, de quien dijo que no era ella, sino Murdoch, quien "tomaba las decisiones" en el grupo.

En cuanto a la línea entre información y opinión en los periódicos, el exlíder laborista opinó que se ha derivado en un género de ataque periodístico "muy violento y agresivo". Sin embargo, durante sus años en el Ejecutivo, algunos periodistas del Mail Group se enzarzaron con su esposa, la abogada Cherie Blair, contra la que algunos reporteros emprendieron una "campaña personal" al llevar sus críticas "demasiado lejos".

Además de la comparecencia de Blair, esta semana está previsto que declaren varios ministros del Gobierno de David Cameron.