La defensa de Anders Behring Breivik pidió hoy en la jornada final del juicio por los atentados del 22 de julio en Noruega, en los que murieron 77 personas, que se condene al ultraderechista a la pena de cárcel "más leve posible".

Su abogado principal, Geir Lippestad, se opuso a la petición de la Fiscalía de que Breivik sea ingresado en un psiquiátrico, porque éste no actuó en estado psicótico y es penalmente responsable según las leyes noruegas, por lo que debería recibir una pena de cárcel.

En ese caso debería dictarse una pena con límite de tiempo, menos severa que la custodia -figura del derecho noruego que puede equivaler a cadena perpetua-, pues los atentados fueron "un hecho violento aislado" y Breivik ha dicho que se dedicará a escribir.

En una presentación con un final confuso, retransmitida por el canal noruego NRK, Lippestad aclaró que a modo de formalidad se pide inicialmente la absolución para Breivik, ya que éste apela a que actuó en estado de "necesidad" en defensa de la supervivencia del pueblo noruego, amenazada por la "invasión islámica".

Pero la defensa da por supuesto que no va a ser absuelto, de ahí que centrase su intervención en intentar demostrar que éste es responsable penal de los actos y que debe ser condenado a prisión.

Apoyándose en el segundo de los estudios mentales a que ha sido sometido el acusado, Lippestad se esforzó en resaltar la importancia de encuadrar los hechos y a Breivik en un contexto de ultraderecha, algo que los expertos que redactaron el primer informe obviaron.

Lippestad intentó desacreditar los puntos que según esos psiquiatras constituyen la base de la supuesta paranoia de Breivik.

Así, rechazó hablar de "glorificación de la violencia" en alguien que ni antes ni después del 22 de julio ha protagonizado episodios de ese tipo, y aunque éstos fueron "un infierno de violencia", su motivación y los objetivos se corresponden con sus ideas "extremas".

Ese compromiso político de Breivik ha quedado demostrado por su pertenencia a un partido desde su juventud o su participación activa en foros de ultraderecha, y es su condición de terrorista la que para él justifica su derecho a matar a enemigos políticos.

La existencia de la red terrorista a la que dice pertenecer no se puede descartar, y donde unos ven un delirio de grandeza puede haber una fantasía no psicótica, una mentira o el deseo de atemorizar.

La defensa no considera probado que a partir de 2006 sufriese una disfunción acusada, ya que trabajó en su manifiesto político, siguió realizando actividades sociales aunque de forma más reducida y fue capaz de preparar dos atentados de grandes dimensiones.

Aparte de las críticas al primer informe por los métodos usados, Lippestad recordó que ni los expertos de la cárcel de Ila, donde Breivik permanece desde su detención, ni los que lo examinaron durante tres semanas en marzo han encontrado síntomas de psicosis.

Lippestad apeló también al "sentido común de justicia" que dicta que alguien "debe ser tan psicótico que todos puedan verlo".