Más de 50 personas han fallecido y casi 270.000 se han visto desplazadas a causa de las constantes lluvias torrenciales que asolan gran parte de la capital filipina y áreas colindantes.

El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, ha ordenado a las autoridades que se esfuercen al máximo para proteger la vida de los ciudadanos en las áreas anegadas. La mayoría de los negocios, oficinas y colegios han permanecido cerrados y algunos vuelos han sido cancelados.

A los habitantes de Manila les preocupa que estas lluvias puedan ser una réplica del tifón "Ketsana" que, en septiembre de 2009, causó la muerte de 700 personas y provocó daños por un valor de 1.000 millones de dólares. "Las inundaciones son muy profundas donde vivimos. No queremos que se repita el tifón Ketsana".