El ultraderechista Anders Behring Breivik no apelará la sentencia de 21 años de cárcel prorrogables, dictada hoy por el tribunal de Oslo, que le consideró penalmente responsable de los atentados de hace un año en Noruega.

Tras enzarzarse en una disputa con la jueza principal, Wenche Elizabeth Arntzen, que le cerró el micrófono cuando había empezado un discurso, aceptó finalmente a través de su abogado, Geir Lippestad, el fallo, como había dicho que haría.

Antes de ser interrumpido, reiteró que no reconocía la autoridad del tribunal porque ha sido nombrado por quienes defienden el multiculturalismo, por lo que ni aceptaba ni apelaba la sentencia.

La Fiscalía, que había pedido su ingreso en un psiquiátrico, se acogió al plazo de 14 días de reflexión antes de pronunciarse.

En la lectura del fallo, que duró seis horas, el tribunal justificó el veredicto porque Breivik es un "fanático extremista" y no un enfermo mental, de ahí que sea penalmente responsable.

La sentencia establece una pena de custodia, figura legal que permite al tribunal prolongar cada cinco años la permanencia en prisión del reo, por la "crueldad" de los atentados, en los que murieron 77 personas, y la necesidad de proteger a la sociedad ante la amenaza que constituye Breivik.

El tribunal fue muy crítico con el primer informe psiquiátrico que se le hizo a Breivik, y que lo diagnosticaba como un enfermo mental, una opinión que no comparten todos los otros especialistas que lo han observado durante meses, ni tampoco el personal de la cárcel donde está ni los policías que lo han interrogado.

Según el tribunal, el principal error del citado informe fue no considerar las ideas de Breivik en el contexto político de ultraderecha en el que se inscriben, bajo cuya óptica toman sentido lo que consideraban delirios de grandeza y otros supuestos síntomas de esquizofrenia paranoide.

Que Breivik fuera capaz de moderar sus opiniones en los sucesivos interrogatorios y en el segundo informe, demuestran que no padece psicosis, ya que en ese caso ocurriría lo contrario, señaló Arntzen.

El tribunal no cree en la existencia de la red de Caballeros Templarios de la que Breivik dice ser parte, pero eso no es prueba de un problema psicótico, sino que puede deberse a una búsqueda de legitimidad, a intentar provocar miedo o reclutar seguidores.

Su tendencia a la "fantasía" y a la "excentricidad" apuntan a rasgos "narcisistas y disociales", según la sentencia, aunque eso es irrelevante a la hora de decidir su responsabilidad penal.