El emir de Catar, Hamad Bin Jalifa al Zani, pidió ayer en la ONU, ante la parálisis que sufre el Consejo de Seguridad, una intervención militar árabe para detener "el baño de sangre" que vive Siria y favorecer el inicio de una transición pacífica.

"Es mejor que los propios países árabes intervengan y hagan todo lo que sea necesario para detener el baño de sangre en Siria y el asesinato de personas inocentes y su desplazamiento para garantizar una transición de poder pacífica", aseguró el emir catarí durante su intervención en los debates de la Asamblea General.

Al Zani señaló ante los líderes mundiales que existe "un precedente similar" en la historia reciente, cuando "fuerzas árabes intervinieron en el Líbano a mediados de los años 70 para detener la guerra civil en ese país, en un paso que resultó "efectivo y útil".

"Hemos utilizado todos los medios disponibles para sacar a Siria del ciclo de violencia que vive, pero ha sido en vano. El Consejo de Seguridad ha fracasado a la hora de lograr una posición efectiva", dijo el dirigente antes de llamar a la acción unida de los países árabes.

Además, lanzó una llamada a todos los miembros de la ONU que "crean en la causa del pueblo sirio" para contribuir "con la provisión de todo tipo de apoyo al pueblo hasta que obtenga sus legítimos derechos".

"La situación en Siria ha alcanzado una fase inaceptable. Cientos de sirios inocentes son asesinados cada día por el fuego de un régimen que no duda a la hora de usar todo tipo de armas contra su pueblo", añadió.

Precisamente, el conflicto sirio centralizó ayer la apertura de los debates de la 67 Asamblea General de la ONU, en la que varios presidentes y el secretario general de la organización, Ban Ki-moon, pidieron que se detenga ese conflicto y se ponga fin a los crímenes contra los derechos humanos que allí se cometen.

"La situación en Siria empeora día a día. Ya no solo se limita a Siria sino que es una calamidad regional con ramificaciones mundiales", alertó Ban al inaugurar la nueva sesión de debates.

Para Ban, se ha extendido "la inseguridad, la injusticia, la desigualdad y la intolerancia", como demuestran la larga lista de conflictos y entre los que más preocupantes citó el sirio, donde las posibilidades de diálogo son inexistentes y el drama humanitario crece.

Añadió que detener los crímenes en Siria es "el deber de nuestra generación", y pidió por enésima vez a la comunidad internacional "que no mire hacia otro lado mientras la espiral de violencia se sale de control".

Ban recordó a los líderes reunidos en el plenario de la ONU que Oriente Medio centra las prioridades del organismo, ya que, además del conflicto sirio, se debe evitar a toda costa un conflicto entre Israel e Irán que sería "devastador" y además hacer que el proceso de paz con los palestinos se desatasque.

El secretario general de la ONU volvió a defender el derecho de los palestinos a "tener un Estado viable propio", pero también el de Israel a "vivir en paz y seguridad, libre de amenazas y misiles", y agregó que "la solución de los dos Estados es la única opción sostenible, pero la puerta puede estar cerrándose para siempre".

La crisis en el Sahel y concretamente en Mali también recibió atención, en particular del presidente francés, que pidió una rápida respuesta de la ONU para apoyar una acción militar de los países de África Occidental contra los grupos terroristas que han tomado el control en el norte del país.

Con todos esos temas de trasfondo y ante férreas medidas de seguridad, arrancaron los nuevos debates en la Asamblea.

Hasta el próximo 1 de octubre, fecha de los últimos debates, pasarán por la sede central de Naciones Unidas más de 120 jefes de Estado y de Gobierno y centenares de ministros.