El ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi (Libia) recobró fuerza como arma política contra el presidente Barack Obama, forzado a justificar en vísperas de las elecciones una gestión que, según los republicanos, debería costarle la reelección.

El "Bengasi-gate", como definieron en su momento las opacas explicaciones del Gobierno estadounidense sobre su reacción al ataque a su consulado el pasado 11 de septiembre, perdió atención en las últimas semanas de campaña, eclipsado por el debate económico y la cobertura mediática del ciclón "Sandy".

Pasado el huracán, legisladores y activistas republicanos presionaron a Obama para que revele antes de las elecciones del martes todo lo que supo su Gobierno tras el ataque, en una tormenta política que, lejos de quedarse en simples truenos, obligó a la CIA y el Pentágono a proporcionar detalladas explicaciones.

En una conferencia de prensa, funcionarios de la CIA ofrecieron un minucioso relato de lo que ocurrió la noche del 11 de septiembre, incluida la revelación de que la agencia de inteligencia tardó apenas 25 minutos en acudir al consulado o que dos de los cuatro estadounidenses fallecidos, Tyrone Woods y Glen Doherty, eran agentes de la CIA que acudieron al rescate.

A tres días de las elecciones, los ataques contra Obama sobre Libia persisten por parte de prácticamente todos los republicanos menos uno: el candidato a la presidencia Mitt Romney, quien, tras cometer un error al hablar del tema en el segundo debate presidencial, optó por desterrarlo de sus discursos.

Faltan tres días

En el día a día de las elecciones, ayer el presidente de EEUU, Barack Obama, hizo un llamamiento a sus partidarios para que vayan a las urnas el próximo 6 de noviembre, en el primero de los cuatro actos de campaña en los que participó ayer. "Tenemos sólo tres días. El mensaje más importante es id a votar. Si ya habéis votado instad a vuestros amigos y vecinos. Aseguraos de que votan por mi", bromeó el mandatario en la localidad de Mentor, en el estado de Ohio, uno de los más disputados esta campaña.

El mandatario subrayó que hay "mucho en juego estas elecciones" como los sistemas de asistencia sanitaria Medicare y Medicaid, la recuperación del empleo y el fortalecimiento de la clase media, mencionó. En este sentido enfatizó que "el país no puede tener éxito sin una creciente y fuerte clase media. Estados Unidos siempre es mejor cuando todo el mundo tiene una oportunidad".

En cuanto al aspirante republicano, Mitt Romney señaló ayer en Nuevo Hampshire que este estado, donde anunció su candidatura, "me va a dar la Casa Blanca" en las elecciones. "Nuevo Hampshire me dio la designación republicana y Nuevo Hampshire me va a dar la Casa Blanca", afirmó Romney, al agradecer en la recta final de la campaña el apoyo de sus partidarios en este estado.

Romney acusó al candidato demócrata a la reelección de haber duplicado el déficit, en vez de reducirlo, de haberse centrado en la reforma sanitaria en vez de crear empleos, y de no haber trabajado con los republicanos en el Congreso. El candidato insistió en el mensaje de que su propuesta es la respuesta para impulsar la economía y que encarna el cambio que necesita Washington porque Obama, a su juicio, "no ha sido capaz de lograrlo".

Romney defendió su "historial de logros" como empresario, como responsable de los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City y como gobernador de Massachusetts (2003-2007).