Guillermo Alejandro y Máxima de Orange se convirtieron ayer en los nuevos reyes de los Países Bajos, tras la abdicación de la ya princesa Beatriz, en una emotiva ceremonia en la que los tres protagonistas dejaron ver su cercanía con miradas y sonrisas cómplices. "Juro que defenderé y guardaré siempre, con todas mis fuerzas, la independencia y la integridad del territorio del reino", dijo el nuevo rey de Holanda ante los Estados Generales (parlamento), el resto de las autoridades del país y los dignatarios extranjeros. El monarca más joven de Europa aseguró que "la democracia se basa en la confianza de los ciudadanos en el Estado y viceversa... La monarquía no es estática, es también un símbolo de continuidad". La última etapa del camino de Guillermo Alejandro, de 46 años, hacia el trono comenzó el 28 de enero cuando la entonces reina Beatriz, a punto de cumplir 75 años y con 33 de reinado, anunció su abdicación.

Tras la firma del acta de abdicación por la ya princesa Beatriz, la comitiva real y sus 2.400 invitados se trasladaron a la Nieuwe Kerk o Iglesia Nueva, un templo neogótico de más de 600 años y en donde se escenifican los actos más importantes de la vida de la familia real holandesa.

Allí Guillermo Alejandro, que portó sobre el frac el manto de investidura, una prenda que todos los monarcas holandeses han vestido desde 1815 y sin ceñirse la corona, fue investido rey de los Países Bajos por los Estados Generales, 150 diputados y 75 senadores, que con la excepción de 16, prometieron de nuevo la Constitución holandesa.

Esos 16 legisladores asistieron a la ceremonia, pero optaron por no hacer esa promesa por considerar que era reiterativo respecto a la realizada con su cargo.