El ministro venezolano de Petróleo, Rafael Ramírez, dijo hoy que la explosión y el incendio que hubo hace un año en la refinería de Amuay (noroeste) fueron producto de un "sabotaje", a su vez parte de la "guerra económica" que libra "la derecha irracional".

"Esta guerra económica es vital para la derecha irracional que nos odia (...) a la que le digo que ya basta de agredir", afirmó en una exposición de tres horas para detallar el informe del suceso del 26 de agosto de 2012 en Amuay, que causó 47 muertos y 135 heridos.

Según el ministro, varias tuercas y tornillos de una unidad distribuidora de gases "fueron aflojados de forma intencional; está demostrado que fue algo que se hizo subrepticiamente".

Cifró las pérdidas materiales en 1.100 millones de dólares, incluido el costo de 3.400 viviendas afectadas en áreas aledañas.

"Basta de agredir a nuestra industria petrolera, a nuestra nación, pero si no lo entienden, el mensaje está claro: Sabremos defender hasta las últimas consecuencias" la industria petrolera, "vanguardia de la estabilidad del país", subrayó.

El ministro pidió además a los trabajadores petroleros "estar alertas y no confiarse", porque "estamos enfrentando un enemigo muy agresivo".

"No es primera vez que esto nos pasa; tenemos la triste experiencia del sabotaje petrolero" de 2002 y 2003, añadió en alusión a una huelga que buscó infructuosamente la renuncia del entonces presidente Hugo Chávez, fallecido hace seis meses.

Venezuela, insistió Ramírez, "no está sometido a una agresión nueva; ha estado sometido sistemáticamente desde el 2002 a una agresión contra nuestro pueblo, nuestras Fuerza Armada y contra la industria petrolera".

Se trata, remató, de un "un ataque combinado y permanente" que forma parte de "una guerra económica" en busca de acabar con la Revolución Bolivariana iniciada por Chávez y que ahora lidera su heredero político, Nicolás Maduro.

Maduro ha dicho que la que se conoce como la peor tragedia de la historia petrolera reciente venezolana fue obra de "un sabotaje de sectores desesperados" que así creyeron que ganarían las elecciones de octubre de 2012, en las que Chávez obtuvo una nueva reelección.

Dirigentes de la oposición venezolana han rechazado las acusaciones y han mostrado otro informe que atribuyó el hecho a "negligencia gerencial" derivada de "falta de inversión y mantenimiento", lo que hoy volvió a ser descartado y negado por Ramírez.