La oposición de derecha, encabezada por la conservadora Erna Solberg, obtuvo hoy una clara victoria en las elecciones legislativas noruegas que le permite recuperar el poder ocho años después.

Los resultados provisionales, escrutado casi el 75%, muestran una victoria contundente, con una ventaja de más de doce puntos (53,9% frente a 41,6%) y de 24 escaños (96 frente a 72), sobre la coalición "rojiverde" del primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg.

La situación del Partido de la Izquierda Socialista, socio minoritario en el gobierno, luchando por mantenerse por encima de la barrera mínima del 4%, podría alterar la distancia entre los bloques hasta que el resultado sea definitivo, aunque no revertir la derrota del centroizquierda, pronosticada desde hace meses por los sondeos.

Stoltenberg maquilló el golpe manteniendo a su partido como fuerza más votada -con el 30,8 por ciento-, condición que ostenta desde 1924 y que no le pudo arrebatar el Partido Conservador: subió más de diez puntos, pero se quedó en el 27%, aunque logró el mejor resultado en casi tres décadas.

A pesar de la rotundidad del triunfo, Erna Solberg, que será la primera jefa de gobierno conservadora desde 1990, tendrá que hilar fino para conseguir un acuerdo entre sus socios del bloque opositor.

Solberg no logró mayoría absoluta con el Partido del Progreso, su combinación ideal, y necesitará el apoyo del Partido Liberal o del Partido Cristianodemócrta, los socios minoritarios del bloque y enfrentados a la derecha ultranacionalista en inmigración.

La futura primera ministra habló la noche electoral de "triunfo histórico" y dijo que había conversado con los líderes de los otros partidos del bloque, pero no dio más pistas, ni tampoco éstos, aunque todos resaltaron su voluntad de negociar.

Pese a una bajada considerable y la pérdida de la segunda plaza, el Partido del Progreso podrá entrar por primera vez en un gobierno, algo que ningún otra fuerza de corte similar ha hecho antes en Escandinavia, aunque el Partido Popular danés fue socio externo clave del gobierno liberal-conservador una década.

El recuento provisional adjudicó un escaño al Partido del Medio Ambiente "Los Verdes", hasta ahora sin plaza en el Parlamento.

En su discurso en la sede laborista, Stoltenberg reconoció la "dura tarea" que suponía lograr tres victorias electorales seguidas para la coalición "rojiverde", que ya en 2009 logró un triunfo ajustado tras remontar los sondeos en la campaña; pero aunque "decepcionado", dijo no sentirse "derrotado".

Stoltenberg, cuyo Gobierno dimitirá el 14 de octubre tras presentar su último presupuesto, apuntó al "fuerte deseo de cambio" y a la falta de movilización de parte de su electorado para explicar la derrota, que no obedece aparentemente a motivos económicos.

Noruega, que no forma parte de la UE, apenas ha sufrido los efectos de la crisis y mantiene unas buenas cifras macroeconómicas, con un índice de paro por debajo del 4 por ciento.

Las elecciones se celebraron dos años después de los atentados perpetrados el 22 de julio de 2011 por el ultraderechista Anders Behring Breivik, en los que murieron 77 personas.

Breivik, que había militado de joven en el Partido del Progreso pero que abandonó por moderado, hizo estallar primero una bomba en el complejo gubernamental de Oslo, matando a 8 personas.

A continuación se trasladó a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, en la que murieron otras 69 personas, para castigar a este partido por su defensa de la "multiculturalidad".

Los comicios coincidían también con la celebración de un referendo consultivo en Oslo sobre la presentación de la candidatura de esta ciudad a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022.

Los resultados provisionales de esta consulta apuntaban a una ligera victoria del "no".