El presidente venezolano, Nicolás Maduro, alertó sobre la necesidad de impartir justicia como vacuna contra el fascismo, al recordar hoy el asesinato del cantautor chileno Víctor Jara, al inicio de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

"Un día como hoy, hace 40 años, el mundo se enteró que el juglar de Chile había sido asesinado. Su delito: cantar al amor, a la ternura de la vida, al futuro, ser leal al presidente Salvador Allende y al pueblo de Chile", dijo Maduro en una alocución televisada.

Jara fue asesinado el 16 de septiembre, cinco días después del golpe militar encabezado por Pinochet, en las instalaciones del entonces Estadio Chile, que ahora lleva su nombre, tras ser sometido a torturas por soldados del Ejército chileno.

"Le cortaron los dedos, las manos, para que no pudiera tocar siquiera en la otra vida (...); elevamos nuestras plegarias y nuestros cantos de amor eterno y de agradecimiento por tanto que le diste a Chile y a la humanidad", añadió el gobernante venezolano.

Maduro recordó a Jara al aludir a las once "víctimas del fascismo venezolano postelectoral", personas tiroteadas los dos días siguientes a los comicios presidenciales del 14 de abril pasado, que ganó por estrecho margen al líder opositor Henrique Capriles, quien no reconoce el resultado y lo tilda de "ilegítimo".

Los autores materiales están detenidos pero "también tienen que ir presos los autores intelectuales, los que dieron las órdenes (...) y los juicios deben ir hasta lo más profundo de la justicia ya que no podemos ser débiles ante la amenaza del fascismo", remarcó.

Además, dijo estar listo para tomar las decisiones "duras" que hagan falta para derrotar al fascismo, y aseguró que no se va a dejar "chantajear para hacer justicia".

Rodeado de algunos de los hijos de los once fallecidos, el presidente venezolano insistió en que "una sociedad débil ante grupos fascistas sencillamente, más adelante, es engullida".

"Si en Chile hubiera habido justicia y hubiesen derrotado a los fascistas no hubiera existido Pinochet", dijo.

Según cifras oficiales, durante la dictadura de Pinochet, unos 3.200 chilenos fueron asesinados por agentes del Estado, de los que 1.192 permanecen como desaparecidos, mientras otros 38.000 sufrieron la tortura y la prisión por causas políticas.