La Unión Europea encara en 2014 un año crucial con elecciones a la Eurocámara del 22 al 25 de mayo que podrían consolidar, por el impacto de la crisis, el ascenso de grupos populistas y euroescépticos y dificultar la toma de decisiones precisamente cuando hay que seguir avanzando la unión bancaria, fiscal, económica y política para consolidar la recuperación.

El resultado electoral marcará además la renovación de altos cargos que concluyen su mandato, como el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, o la Alta Representante de Política Exterior, Catherine Ashton. En juego podría entrar también la presidencia del Eurogrupo si finalmente se convierte en un puesto permanente. España aspira a recuperar posiciones después de haber quedado marginada tras la exclusión del directorio del Banco Central Europeo y no haber colocado a su candidata para dirigir el fondo de rescate.

Según diversas estimaciones, los partidos populistas y euroescépticos podrían obtener el 25% de los 751 eurodiputados en juego al calor de la crisis, lo que les daría cierta capacidad de bloqueo sobre todo si se diluye la fuerza de los dos grandes partidos políticos, el PP y el Partido Socialista europeos.

La presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, y el líder populista holandés Geert Wilders ya han firmado una alianza de cara a las elecciones europeas con el objetivo de lograr un grupo político fuerte en la Eurocámara, a la que podrían sumarse parlamentarios de otros partidos extremistas del norte y el este de Europa. Y, aunque no ha querido sumarse a este pacto, el Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage sigue ganando posiciones los conservadores de David Cameron y encuentra un terreno propicio en las elecciones europeas.

Para fomentar la participación y el debate a escala europea, los grandes grupos políticos han decidido elegir a sus candidatos para presidir la Comisión Europea, aunque el Tratado de Lisboa prevé que éste será designado por los líderes europeos "teniendo en cuenta" el resultado de las elecciones a la Eurocámara, que debe ratificar al aspirante.

Los más adelantados son los socialistas europeos, que ya han designado como cabeza de lista, en ausencia de candidatos alternativos, al socialista alemán Martin Schulz, actual presidente de la Eurocámara. Los liberales se debaten entre el vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, y el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, mientras que el PP europeo aplaza la decisión hasta marzo.

El ex primer ministro luxemburugés, Jean-Claude Juncker, se ha ofrecido como candidato popular y el comisario de Servicios Financieros, el francés Michel Barnier, lleva varios meses de campaña encubierta. Pero también suena el primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, o el irlandés Enda Kenny.

Pero no está claro que la presentación de candidatos paneuropeos poco conocidos en la mayoría de países vaya a aumentar la participación. Tampoco es seguro que los jefes de Estado y de Gobierno vayan a aceptar automáticamente la propuesta del Parlamento, como ya ha sugerido la canciller alemana, Angela Merkel. Alguno de los descartados para la presidencia de la Comisión podría convertirse en el sucesor de Herman Van Rompuy al frente del Consejo Europeo. Las decisiones se adoptarán seguramente tras las elecciones europeas.

CONSOLIDAR LA RECUPERACIÓN

En materia económica, la prioridad será tratar de consolidar la frágil recuperación y como mínimo detener la destrucción de empleo, aunque sin cambiar la política de ajuste y reformas abanderada por Alemania, sólo ralentizando el ritmo de consolidación. El punto de inflexión debe marcarlo el progresivo fin de los rescates.

Tras la salida el 15 de diciembre de Irlanda de su plan de asistencia financiera de 85.000 millones de euros sin ningún tipo de ayuda adicional, el siguiente en la lista es España, que deja atrás el rescate bancario el próximo 23 de enero después haber utilizado 41.300 millones de los 100.000 millones disponibles. No obstante, la troika ha vuelto a insistir en que la banca española sigue siendo vulnerable por la crisis y la continua caída del precio de la vivienda.

Además, reclama al Gobierno que acelere en las reformas, en particular la retrasada ley de servicios profesionales, la reforma de la administración pública, la eliminación del déficit de tarifa y la reforma del sistema tributario. España volverá a pasar un examen de Bruselas en febrero para verificar si ha cumplido la exigencia de reformas para ahorrar de forma permanente 2.500 millones de euros extra al año.

Tras España llegará a mediados de año el turno de Portugal, cuya salida del rescate de 78.000 millones concedido por el Eurogrupo en 2011 es más incierta. El primer ministro, Pedro Passos Coelho, ha dicho que su intención es poner fin al rescate sin pedir una línea de crédito preventiva, como España o Irlanda, pero el programa luso se ha visto interferido por las sentencias del Tribunal Constitucional anulando varios de los ajustes aprobados por el Gobierno.

Otro de los países rescatados, Grecia, asume la presidencia de turno de la UE a partir del 1 de enero, un papel cada vez menos relevante, en plena disputa con la troika para desbloquear el siguiente tramo del rescate.

Y uno de los Estados que Bruselas pone como ejemplo del éxito de las políticas de ajuste, Letonia, se convertirá también a partir del 1 de enero en el decimoctavo país de la eurozona.