Los rebeldes prorrusos de la región de Donetsk pusieron ayer sus propias condiciones a Kiev para deponer las armas y desalojar los edificios oficiales en cumplimiento del acuerdo alcanzado en Ginebra para pacificar el sureste de Ucrania. "Exigimos al Gobierno ucraniano que desarme primero a los grupos ilegales que actuaron en el Maidán, como el Sector de Derechas, y esa Guardia Nacional que han creado. Luego depondremos las armas y desalojaremos los edificios", dijo Kirill Rudenko, portavoz de la autoproclamada "república popular de Donetsk".

Los sublevados, que en las últimas dos semanas se hicieron con armas, comisarías y sedes administrativas por toda la geografía de esta región, también demandan el desmantelamiento de la ciudadela que se levanta desde hace cinco meses en el centro de Kiev, corazón de la protesta popular que derrocó al presidente Víktor Yanukóvich.

El titular de la diplomacia ucraniana, Andréi Deschitsa, respondió que los Acuerdos de Ginebra -alcanzados el jueves en una reunión entre los ministros de Exteriores de Ucrania, Rusia, EEUU y la Unión Europea- "no afectan al Maidán de Kiev", al que las autoridades del país consideran legal.

Tan solo unas horas después de que llegara el esperado acuerdo, las partes enfrentadas parecen haber empezado un diálogo de sordos que aleja de nuevo la solución al conflicto que ha puesto a Ucrania al borde de la fractura.

"Primero que hagan la reforma constitucional que han prometido en Ginebra (para descentralizar el país) y ya luego dejaremos los edificios ocupados", añadió Rudenko.

Además, el llamado gobierno insurgente de Donetsk denunció el secuestro de uno de sus militantes, Leonid Baránov, al que las fuerzas de seguridad ucranianas habrían detenido y llevado a Kiev para presentar contra él una acusación formal. "Con este secuestro, Kiev ya ha incumplido uno de los puntos del acuerdo", se quejó Rudenko en alusión a la amnistía prometida por el Gobierno ucraniano a todos los milicianos armados y activistas que ocupan las sedes oficiales en caso de que no hayan cometido crímenes.

Distintos líderes y portavoces de los rebeldes esgrimieron numerosas condiciones para abandonar la lucha.