La cumbre del G-7, que reúne a los líderes de los siete países más ricos e industrializados del mundo, comenzó ayer en Bruselas para tratar la situación de Ucrania y las relaciones con Rusia, entre otros asuntos internacionales.

Los presidentes de la Comisión de la UE, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, son los anfitriones de esta cita, que por primera vez en la historia se celebra en la capital comunitaria.

La situación de Ucrania y las relaciones con Moscú centraron anoche la reunión y hoy se abordará la evolución de la economía mundial y el comercio internacional, la seguridad energética y el cambio climático.

"El G-7 ha estado muy unido en estas últimas semanas en el tema que nos ocupa esta noche, la cuestión de Ucrania y Rusia", declaró la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada al encuentro.

Los líderes del G-7 analizaron la situación tras las elecciones presidenciales en Ucrania, la violencia que sigue en la zona oriental separatista y la retirada de las tropas rusas de esas fronteras, a la vez que abordaron la posibilidad de intensificar las sanciones que ya impusieron a Rusia por la anexión ilegal de Crimea.

Los líderes de los siete socios del grupo -EEUU, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá y Japón- quieren "continuar las conversaciones con Rusia".