Las fuerzas gubernamentales ucranianas estrecharon ayerel cerco en torno a las plazas fuertes de los rebeldes prorrusos, que se resisten a ceder sus posiciones en la zona donde tuvo lugar la tragedia del avión malasio.

"Las Fuerzas Aéreas ucranianas causan pánico en las filas de los guerrilleros y terroristas en el Donbass (...), a pesar del uso del armamento pesado antiaéreo que recibieron del extranjero", aseguró el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, en su arenga a las tropas.

Según el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, los soldados, la Guardia Nacional y los voluntarios han reconquistado ya tres cuartas partes de territorio en las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk.

"Durante la operación antiterrorista el territorio ocupado por los terroristas se ha reducido en tres cuartas partes", dijo Andréi Lisenko, portavoz del Consejo, en rueda de prensa. Lisenko subrayó que Kiev "dispone de suficientes armas y munición" para derrotar a los rebeldes, justo después de que la pasada semana la Unión Europea levantara el embargo a la exportación de equipos y tecnología militar a Ucrania. No obstante, Poroshenko aseguró, tras asumir el cargo a finales de mayo, que la operación en el este de Ucrania "no puede durar dos o tres meses", y van ya tres meses y medio de ofensiva, en la que el Ejército ucraniano ha sufrido unas 400 bajas.

De hecho, según informaron ayer los insurgentes y a falta de confirmación oficial, los milicianos derribaron un nuevo caza ucraniano Su-25 sin que se sepa la suerte del piloto, con lo que ya son tres los aviones de esa clase abatidos en los últimos diez días. Las fuerzas gubernamentales han centrado sus esfuerzos en cercar la ciudad de Donetsk.