El gobierno de EE.UU., que desde hoy es anfitrión de una cumbre para tratar sobre negocios, seguridad y educación con África, dice no buscar "militarizar" el continente, pero en siete años el Mando Conjunto Africano del Pentágono ha ampliado su presencia y sus actividades militares en esa región.

Medio centenar de jefes de estado y de gobierno en África, unos 5.400 invitados y 1.200 periodistas se apuran hoy de foro a conferencia de prensa, y de recepción a disertaciones en torno a la cita, sin precedentes, convocada por el presidente Barack Obama.

A menos de tres kilómetros y medio de la Casa Blanca y lejos de la atención política y de los medios para esta cumbre EE.UU.-África, en el Pentágono siguen en marcha los planes y operaciones que han ampliado las "actividades de seguridad" en el continente africano.

"Al contrario de lo que algunos dicen, Estados Unidos no busca militarizar África o mantener una presencia militar permanente allí", afirmó la asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, en una conferencia en el Instituto para la Paz la semana pasada.

El Pentágono, que ha dividido el mundo en "teatros de operaciones conjuntas", creó en 2007 su Mando Conjunto Africano, que tiene su sede en Stuttgart (Alemania), y está actualmente bajo las órdenes del general de Ejército (de Tierra) David Rodríguez.

Con cuatro estrellas ahora en sus charreteras, Rodríguez fue antes el comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia, en Afganistán, y ha tenido participación bélica en Panamá (1989), la Guerra del Golfo (1991), la Guerra de Irak (2003) y la intervención en Mali (2013).

Cuando se creó el más nuevo de los seis mandos conjuntos regionales, el plan oficial consideraba unos 1.300 empleados de los cuales la mitad serían civiles. Y la versión oficial hacia 2008 era que la función principal sería la coordinación de labores humanitarias y de socorro.

Según el portavoz de AFRICOM, Benjamin Benson, el mando tiene ahora unos 2.000 empleados permanentes, 1.500 de ellos en Stuttgart, y a ello deben sumársele unos 5.000 soldados que cumplen misiones itinerantes en África.

El centro mayor de las operaciones militares estadounidenses en África es Camp Lemonnier, otrora bastión de la Legión Extranjera Francesa, ubicado en el extremo nordeste de Djibouti, donde tiene una Base Expedicionaria la Marina de Guerra de EE.UU. y su sede la Fuerza de Tareas Conjunta del Cuerno de África.

En mayo pasado, el presidente Obama y su homólogo yibutiano, Ismail Omar Guelleh, anunciaron la renovación del "arrendamiento a largo plazo" de las instalaciones militares estadounidenses, aunque ni el Pentágono ni la Casa Blanca dieron detalles del costo.

Con capacidad para unos 4.000 militares estadounidenses y de países aliados, Lemonnier tiene el mayor aeródromo de África oriental, que EE.UU. usa para la operación de sus drones, que complementa con puestos en Etiopía y Uganda.

Desde allí, los militares estadounidenses han lanzado ataques contra supuestos terroristas en Yemen y en el Cuerno de África, y en Lemonnier dan instrucción a unidades militares de diversos países africanos.

Los asesores y destacamentos de las Fuerzas Especiales de EE.UU. han visitado desde Malawi a Senegal y, atentos al avance del islamismo radical islámico y el surgimiento de focos de inestabilidad, le siguen la huella a rebeldes como el ugandés Joseph Kony o grupos terroristas como el nigeriano Boko Haram.

En Lemonnier, además, han recibido instrucción soldados de Níger, Chad, Nigeria y otros países.

Yibuti, a apenas 80 kilómetros de Yemen, al otro lado del estrecho de Adén, y asomado a rutas comerciales clave entre el Golfo de Adén y el Mar Rojo, es crucial para otros países: Francia tiene varias bases, Alemania tiene una presencia naval permanente y Italia construye una base.

Al tiempo que EE.UU. y sus aliados, tanto europeos como africanos, conciertan los medios para hacer frente a las múltiples insurgencias africanas, todos mantienen la atención sobre la pujante presencia económica de China, que firmó recientemente un "acuerdo de seguridad " con Yibuti.

Estados Unidos comenzó a incrementar su presencia militar en Lemonnier después de los atentados terroristas de septiembre de 2001. Hacia 2008 sus necesidades militares y de seguridad ocupaban unas 35 hectáreas y actualmente requieren 202 hectáreas.

El Pentágono ha pedido al Congreso una asignación de 1.400 millones de dólares para construcciones en Lemonnier, y el comandante del Grupo Aéreo destacado allí, el capitán Kelly Passmore, expresó recientemente al diario "Stripes and Stars" una expectativa típica del anclaje militar de EE.UU. en el exterior.

"¿Ha llegado el momento de permitir que vengan las familias de los soldados a vivir en la base?", comentó. "Vemos que los militares franceses tienen sus familias, al igual que la gente de nuestra embajada. Es una idea interesante", dijo.