La trágica muerte del candidato socialista Eduardo Campos en un accidente aéreo volvió a situar en la senda presidencial brasileña a la ecologista y exministra Marina Silva, una mujer de aspecto frágil y voluntad firme que dio un vuelco al escenario electoral de cara a los comicios de octubre.

Profundamente religiosa y defensora acérrima de la Amazonía, Silva figuraba como candidata a la vicepresidencia en la fórmula de Campos hasta que la muerte atravesó el camino del exministro de Ciencia y Tecnología y exgobernador del estado de Pernambuco cuando se dirigía a un compromiso de campaña.

Ahora, ascendida a aspirante por el Partido Socialista Brasileño (PSB), se convirtió en una de las principales rivales de la presidenta Dilma Rousseff, candidata a la reelección.

Nacida hace 56 años en Breu Velho, una aldea amazónica del estado de Acre, Marina Silva mantiene el peso de la juventud, 53 kilos, mantenidos a base de una estricta dieta marcada por un histórico de enfermedades contraídas cuando vivía rodeada de cultivos de caucho.

A los seis años su sangre fue contaminada por mercurio, sufrió cinco veces malaria y tres veces hepatitis. Tras agudizarse su enfermedad en la década de 1990, dejó la religión católica y se convirtió a la evangélica.

"Marina fue curada gracias a Dios. Los hermanos de la Asamblea (de Dios) oraron mucho por ella", dijo en su momento su hermana Lúcia.

Analfabeta hasta los 16 años, la aspirante a la Jefatura del Estado se preparó para ser monja; fue empleada doméstica y profesora antes de entrar a formar parte del mundo de la política de la mano del asesinado líder ecologista Chico Mendes, a quien ayudó a defender la Amazonía.

En 1988 se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y fue elegida concejal de la ciudad de Río Branco, su primer cargo en una rápida ascensión que la llevó a la Cámara Alta en apenas seis años, convirtiéndose en la senadora más joven en la historia de Brasil, con apenas 36 años.

Marina, a la que algunos llaman la "eco-capitalista" por su intento de combinar la defensa del planeta con el desarrollo económico, ocupó la cartera de Medio Ambiente durante el primer mandato de Luiz Inácio Lula da Silva, cargó que dejó en 2008 por sus divergencias con el Ejecutivo, principalmente con la entonces ministra de Minas y Energía, Dilma Rousseff, en torno al modelo de desarrollo de la Amazonía.

Ese gesto le valió el reconocimiento como obstinada defensora del mayor pulmón vegetal del planeta, pero le hizo ganarse la enemistad de la agroindustria.

Después de 30 años de militancia dejó el PT y se unió al Partido Verde (PV), formación con la que quedó tercera en las elecciones presidenciales de 2010, con unos 19 millones de votos (20 %).

Silva se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB) en septiembre pasado tras fracasar en el intento de crear a tiempo su propia formación, la Red Sustentabilidad, con la que aspiraba a ser postulada por segunda vez a la Presidencia.

Por su imagen de política coherente y su arrastre entre los votantes fue designada candidata a vicepresidenta en la fórmula de Campos, de 49 años y al que el trágico destino apartó de la carrera electoral.

"No embarqué en el avión por providencia divina", dijo Silva a algunos periodistas sobre los motivos que le llevaron a rechazar la invitación de Campos para viajar junto a él en la aeronave ejecutiva que acabó estrellándose.

Prudente y reacia al enfrentamiento directo con sus oponentes, la centinela de la Amazonía, quien siempre anda acompañada de una Biblia, tiene ahora por delante el desafío de defender el programa político de Campos y del PSB sin abandonar sus ideales propios.

La entrada de la ecologista como candidata socialista supuso un auténtico vuelco en la campaña electoral cuando restan menos de dos meses para que se celebran las elecciones ya que, a diferencia de Campos, tiene posibilidades de ganar en la segunda vuelta.

El primer sondeo publicado tras la muerte del político el pasado 13 de agosto muestra, por primera vez desde que comenzó la campaña, la posibilidad de que Rousseff puede fracasar en su intento de renovar su mandato en las elecciones del 5 de octubre próximo con la entrada de Silva.

Proveniente de una familia humilde, Marina tiene cuatro hijos: Shalon y Danilo, fruto de su primer matrimonio con Raimundo Sousa, y Moara y Mayara, con su actual esposo, Fabio Vaz de Lima.