Sindicatos de oposición en Argentina, con el apoyo de movimientos de izquierda y sectores rurales, iniciaron hoy una huelga de 36 horas en protesta contra las políticas aplicadas por el Gobierno de la presidenta Cristina Fernández.

La medida de fuerza la inició este mediodía el ala opositora de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), que agrupa a sindicatos de trabajadores estatales, y que realiza un paro de actividades hasta la medianoche de este jueves.

En tanto, el sector opositor de la Confederación General del Trabajo (CGT), que reúne, entre otros, a poderosos gremios del transporte, hará su huelga de 24 horas este jueves.

Ambas centrales han convocado a la huelga para reclamar, entre otras cosas, la reapertura de las negociaciones salariales debido a la alta inflación y la modificación del impuesto que pesa sobre los salarios.

Los gremios agrupados en la CTA opositora, junto a fuerzas de izquierda, como el Partido Obrero, que apoyan la protesta, marcharon hoy en Buenos Aires, desde la Plaza de Mayo, frente a la sede del Ejecutivo, hasta el Parlamento.

"Va a ser un paro con mucha adhesión. Hay un deseo muy grande de demostrar ante las autoridades que la gente está agotada y pidiendo respuestas", dijo el líder del ala opositora del CGT, Hugo Moyano, antiguo aliado de la presidenta Fernández y ahora uno de sus principales rivales políticos.

Moyano dijo en rueda de prensa que no está de acuerdo con realizar movilizaciones y bloqueos este jueves para no darle argumentos al Gobierno, que podría decir luego que la gente no pudo ir a trabajar por los cortes.

Sin embargo, admitió que hay sindicatos del interior del país que se movilizarán y grupo de izquierda que podrían hacer cortes de calles.

El jefe de Gabinete del Gobierno argentino, Jorge Capitanich, acusó hoy a los sindicatos de realizar una huelga general "de naturaleza política" y aseguró que los paros convocados para hoy y este jueves "son funcionales a la estrategia de los fondos buitre" que litigan contra Argentina en tribunales Nueva York.

"No hay ninguna duda de que este es un paro político de carácter opositor. Gran parte de estos sindicalistas forman parte de alineamientos políticos y me parece bien que lo hagan, pero para eso hay elecciones en 2015", dijo Capitanich en rueda de prensa.

El jefe de ministros argentino cuestionó los cortes de calles y carreteras y señaló que "muestran la debilidad de los que quieren hacerse sentir".

La medida de fuerza afecta ya a dependencias públicas, como hospitales, escuelas y tribunales, pero este jueves otras actividades se verán alteradas.

Aunque el sindicato de los chóferes de ómnibus y el gremio de los taxistas no adhieren a la huelga, el transporte publico estará complicado pues los maquinistas de trenes se plegarán a la huelga, como así también algunos trabajadores del metro y las azafatas y técnicos aeronáuticos.

Tampoco habrá transporte de carga, servicios bancarios, gastronómicos, portuarios ni venta de combustibles, sectores cuyos gremios se adhieren a la protesta.

A la medida de fuerza ha decidido adherir también la Federación Agraria Argentina, que propuso a los agricultores no comercializar sus productos este jueves.

Según datos difundidos la semana pasada por el Instituto de Estadísticas de Argentina, la tasa de desempleo se situó en el segundo trimestre del año en un 7,5%, 0,3 puntos porcentuales más que en igual período de 2013.

Si bien el indicador está lejos del pico del 24,1 % registrado durante la crisis de 2001-2002, refleja un avance del desempleo por segundo trimestre consecutivo y el nivel más alto desde el primer trimestre de 2013.

Los datos oficiales de desempleo no reflejan otra de las problemáticas que afectan al mercado laboral, el de las suspensiones, que empezaron a sentirse con fuerza en la industria automotriz y ahora comienzan a afectar a otros sectores manufactureros.