Aunque los políticos apenas han buscado su voto, los residentes no escoceses de Escocia pueden tener la clave de la victoria en un ajustado referéndum en que una sola papeleta podría decantar la balanza.

Tras una campaña frenética y muy reñida, con enfrentamientos pasionales y encuestas que han ido acercando posiciones entre ambos bandos, tres sondeos publicados hoy amplían al 52 % la ventaja del "no", cuatro puntos por delante del "sí".

Los datos de esas encuestas, publicadas en los diarios "The Scotsman", "Daily Mail" y "Daily Telegraph", excluyen el porcentaje de indecisos, que oscilaría entre el 14 y el 8 % y puede ser clave en el resultado.

De un censo electoral de casi 4,3 millones de personas, se calcula que hasta un 14 % podrían ser ciudadanos de otras partes de las Islas Británicas, de la Unión Europea (UE) y de la Commonwealth (mancomunidad de excolonias británicas), con derecho a sufragio en virtud del acuerdo de Edimburgo firmado en 2012 y que sentó las bases de la consulta.

Paralelamente, unos 800.000 escoceses que viven fuera de Escocia no podrán pronunciarse mañana sobre el futuro del territorio donde nacieron.

Aunque las encuestas apuntan a que los no escoceses -sobre todo el medio millón de ingleses, galeses y norirlandeses- abogan por la unión, son muchas las incógnitas que rodean la intención de voto de los extranjeros, parte de los cuales pertenecen al grupo de los indecisos.

Agniescka Shaikh es una polaca de 35 años, casada con un indio y madre de dos niños, que lleva diez años residiendo en Escocia, donde los ciudadanos de Polonia son el mayor grupo de inmigración.

"Tengo claro que votaré por la independencia, creo que ofrece un futuro mejor para nuestros hijos, aunque al principio pueda ser un poco duro", declara en un descanso de su trabajo en un establecimiento de comida rápida.

En su opinión, la independencia traerá "más empleo e impuestos más bajos", y, después del trauma por el cambio inicial, "todo volverá a la normalidad", razona.

"Se demostró en Polonia o en la India, de donde es mi esposo, que con la independencia los países salen ganando -añade-. Todo el mundo quiere ser independiente".

El alemán Daniel Buettner, un consultor en el campo de la energía, también desea que Escocia, donde reside desde hace ocho años, se independice del Reino Unido, pues desconfía de la política migratoria y sobre la UE del Gobierno de Londres.

"Siento que Escocia es mucho más proeuropea que el resto del Reino Unido", afirma, Buettner, quien recuerda que el primer ministro británico, el conservador David Cameron, ha prometido celebrar un referéndum de pertenencia a la Unión Europea si gobierna en 2017.

"Tampoco me gusta que los ''tories'' ingleses estén restringiendo los derechos migratorios porque tienen miedo del UKIP", dijo Buettner en referencia al populista Partido por la Independencia del Reino Unido, antieuropeo y antiinmigración y cuya tendencia ascendente parece clara en la actualidad.

Después de los polacos y los alemanes, los grupos de inmigrantes más significativos son de la India, Pakistán e Irlanda, seguidos de otros países europeos.

Con campañas como "Alemanes por la independencia de Escocia", "Sí Escocia Hong Kong" o "Italianos por el sí", está claro que el debate ha llegado a las minorías, siendo los independentistas los que más han buscado defender su causa.

Contraria a la independencia es en cambio la española María Clará, una alicantina de 25 años que dirige una tienda de prendas típicas escocesas en Edimburgo y que votará "no" por "la incertidumbre que crea la escisión".

"Nadie ha venido a pedirme el voto, no me han explicado nada, no sé qué pasará con mi residencia aquí si sale la independencia", señala a Efe.

Igualmente piensa Donata Asmena, dependienta de 23 años, quien teme que, con la separación del Reino Unido, "tal vez tenga que pedir un visado para seguir viviendo en Escocia".

La jardinera inglesa de 25 años Beth Saunders, que vino a vivir a Edimburgo desde Leicester (Inglaterra) cuando era una adolescente, es una de las excepciones entre los británicos no escoceses, al apoyar la independencia.

"Amo a Escocia y creo que el Gobierno de Londres no tiene en cuenta sus intereses. La independencia no traerá grandes cambios en lo práctico: pienso que una vez exista la estructura, todo funcionará con normalidad y mucho mejor", afirma.

Otros foráneos, como la francesa Myriam Frenette, de 23 años y que lleva solo uno viviendo en Escocia, no se han registrado para votar porque, según dice, el referéndum no es asunto suyo.

Pero también los hay que están en el censo y que se decantarán en el último momento, y su papeleta puede ser decisiva.