El nuevo rey saudí, Salman bin Abdelaziz, marcó ayer las directrices que se seguirán en Arabia Saudí bajo su reinado: la misma línea política conservadora y tradicional que se ha aplicado en el reino desde su fundación en 1923.

En sus primeras palabras al pueblo saudí, no hizo ninguna alusión a los derechos fundamentales ni a las escasez de libertades en el reino, más bien hizo hincapié en la naturaleza musulmana del país y en su firme intención de no mover ni una coma de las normas.

"Seguiremos aferrados al enfoque tradicional sobre el que fue creada esta nación por su fundador, el rey Abdelaziz (bin Saud) y posteriormente por sus hijos. Nuestra Constitución es el libro de Alá (el Corán) y los actos del profeta Mahoma", sentenció el nuevo rey.

En la monarquía del moderno Arabia Saudí, fundado en 1923 por el entonces rey Abdelaziz bin Saud, rige la ley islámica y los derechos fundamentales son gravemente restringidos. El país es también conocido como "el lugar de las mezquitas sagradas" de La Meca y Medina, cuyo custodio corresponde al rey saudí.

La otra única cuestión a la que se refirió en su primer discurso fue la "extrema necesidad" de la unidad y cooperación entre las naciones árabes y musulmanas, en un momento en el que la región de Oriente Medio afronta la inestabilidad provocada por el avance yihadista del radical Estado Islámico (EI) en Irak y Siria.

El monarca celebró que su país fue elegido "por Alá como plataforma" del islam.