Los investigadores estudian las manchas de sangre encontradas en el espejo del baño donde se halló muerto al fiscal argentino Alberto Nisman, anormales para un caso de suicidio, ya que la bala en la cabeza que mató al procurador no tenía orificio de salida, informaron ayer medios locales.

Los peritos buscarán determinar la dirección, velocidad y la trayectoria del disparo y también si la víctima estaba quieta o se movía cuando se produjo, lo cual se puede establecer según las gotas de sangre halladas.

"El arma que se utilizó -una pistola Bersa calibre 22 largo- es de gran letalidad porque tiene fuerza de entrada pero no de salida. Además, tiene un trayecto errático", explicaron peritos expertos al diario Perfil.

Según las fuentes la salpicadura en el espejo "es improbable que suceda", salvo en el caso de que no muriese en el acto o que la bala tocase una arteria al entrar en la cabeza. "Pero esta pericia puede determinar si se trata de una escena plantada (fabricada) o no"