La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, constaron ayer de nuevo sus discrepancias ante la crisis de la deuda de Atenas, pero ratificaron su apuesta por Europa y su deseo de mantener un diálogo constructivo y superar los estereotipos que enfrentan a sus dos países.

La primera visita oficial de Tsipras, como jefe del Gobierno, a la sede de la Cancillería en Berlín, casi dos meses después de llegar al poder, estuvo rodeada de gran atención mediática, aunque no se esperara ningún acuerdo concreto.

El objetivo de Alemania y de los socios del Eurogrupo, aseguró Merkel en una conferencia de prensa conjunta, es que Grecia "vuelva a crecer", se fortalezca y supere problemas como el alto desempleo, especialmente el paro juvenil, para lo que son necesarias tanto las reformas estructurales como la consolidación fiscal.

Merkel garantizó su deseo de dialogar con Atenas "con toda confianza" por encima de las "diferencias de opinión existentes" y evitó opinar sobre la lista de reformas concretas que debe presentar el país en el marco de la prórroga del programa de rescate, al recordar que no es Alemania quien las evalúa, sino las instituciones.

"Represento a uno de los 19 países de la zona euro. Las decisiones sobre la liquidez de Grecia afecta a todos los miembros del Eurogrupo, dijo la canciller alemana.