Alrededor de 10.000 jóvenes de unos 45 países participaron ayer en la XXVII "Marcha de los vivos" en el antiguo campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en territorio polaco, para recordar a los millones de víctimas del holocausto en el 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

Acompañados de supervivientes de los crímenes del régimen nacionalsocialista y de sus testimonios, los jóvenes, judíos y no judíos, recordaron un año más el horror vivido en los campos de concentración, explicaron los organizadores del acto en un comunicado.

"Si pudiera elegir, preferiría no recordar" y olvidar "la humillación diaria, la rutina de la muerte, el hambre, el frío y la paralizante constatación de que estamos desvalidos y solos", manifestó en un emotivo discurso Sigmund Rolat, uno de los supervivientes.

Rolat dejó claro que no tiene elección y defendió la necesidad de seguir recordando por "solidaridad", para seguir rompiendo muros; por "decencia", para rescatar la memoria de quienes murieron, y por "miedo", para que Auschwitz no se repita.

"La Shoah sigue siendo única en el sentido de que no tenía precedente. Pero todos los genocidios son una tragedia en sí mismos y recordarlos es el primer paso para evitar que vuelven a ocurrir; recordar es, al fin y al cabo, lo último que podemos hacer", manifestó.

En un mensaje a los participantes en el evento leído durante la jornada, el papa Francisco mostró su cercanía a estas iniciativas que "van no sólo contra la muerte sinocontra las mil y una fobias discriminatorias que esclavizan y matan" y elogió la lucha "a favor de la vida".