El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, sorprendió esta mañana a todos con un escueto mensaje en su twitter personal: "Minister No More!"; tres palabras que anunciaban su dimisión y con las que ofrecía su cabeza a las instituciones europeas, que le consideran una figura incómoda para las negociaciones.

Varoufakis, el interlocutor más incomodo y denostado por sus colegas europeos -tanto por sus declaraciones, poco dadas a la diplomacia, como por su heterodoxa vestimenta, que dista mucho de la de los ministros europeos al uso-, confirmaba así uno de los rumores que circulaba desde hace días y que muchos se resistían a creer.

Explicaba Varoufakis en su blog que tras conocerse los resultados del referéndum "se me comunicó que había ciertas preferencias de algunos participantes del Eurogrupo de que sería mejor que estuviera ausente de sus reuniones, una idea que el primer ministro consideró potencialmente útil".

Por ello, continuó Varoufakis, "me voy del Ministerio", ya que "es mi deber ayudar a Alexis Tsipras a explotar, en la medida que considere acertado, el capital que el pueblo griego nos garantizó ayer en el referéndum", donde el "no" a la propuesta de las instituciones ganó por más de 20 puntos de ventaja.

Varoufakis destacó el esfuerzo del pueblo griego, que en difíciles circunstancias ha sido capaz de decir ''oxi'' (no) y que es un ejemplo para los demócratas de todo el mundo.

"Es, por tanto, esencial que el gran capital otorgado a nuestro Gobierno por el espléndida voto del ''no'' se invierta inmediatamente en un ''sí'' para la solución acertada, para un acuerdo que implique la reestructuración de la deuda, menos austeridad, la redistribución a favor de los más necesitados y reformas reales", añadió.

El ministro griego aprovechaba su despedida para lanzar otra andanada a sus colegas europeos y aseguraba que llevaría "con orgullo el aborrecimiento" de los acreedores.

"Nosotros en la izquierda sabemos cómo actuar colectivamente sin poner el interés en los privilegios del cargo. Respaldaré plenamente al primer ministro Tsipras, al nuevo ministro de Finanzas y a nuestro Gobierno", zanjó.

Varoufakis se va en la cresta de la ola, con un gran apoyo de los griegos y con su popularidad en máximos. Allí donde iba, la gente le abrazaba y le arengaba a seguir en primera línea del frente. Un auténtico fenómeno social.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, por medio del portavoz del Ejecutivo, Gavriil Sakelaridis, agradecía a Varoufakis su "incansable esfuerzo" para defender los intereses de Grecia en las negociaciones con los socios y en momentos muy difíciles.

A pesar de estos elogios, el propio Tsipras había decidido reducir el papel de Varoufakis en las negociaciones en Bruselas, reservándose para sí mismo y para el viceministro de Relaciones Internacionales Económicas, Euclidis Tsakalotos, el mando de las operaciones.

Ahora será el propio Tsakalotos el que le releve al frente del Ministerio de Finanzas griego.

Desde Europa, el presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, reconocía que la renuncia de Varoufakis supone un alivio para el diálogo con Atenas, aunque precisaba que no por ello las negociaciones serían más fáciles.

Varoufakis entró en la vida política con un gran estruendo, lograr dar el salto al Parlamento con el mayor número de votos de entre todos los candidatos.

Desde el primer día en que entró en contacto con sus colegas europeos, el estilo cuando menos peculiar de este economista chocó en un mundo repleto de políticos con larga trayectoria.

Algunos, como el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se quejaron abiertamente de su estilo poco habitual y de un comportamiento que no pocos calificaron de arrogante y alejado de la realidad política.

Pocos días después de estrenarse en el cargo, Varufakis recibió al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, y no dudó en espetarle, durante una rueda de prensa conjunta, que el Gobierno griego no reconocía a la troika como interlocutora válida en las negociaciones con los acreedores.

Inmediatamente las redes sociales se llenaron de memes que retrataban al ministro como un superhéroe al estilo de "Terminator" o "Superman". Fue el inicio de Varufakis como fenómeno social.

Ahora, este ateniense de 54 años y con doble nacionalidad -griega y australiana- deja el testigo a Euclidis Tsakalotos, el "aristócrata rojo" como le llaman algunos de sus compañeros de Syriza por ser hijo de una familia rica y el hombre elegido para afrontar, una vez más, las tareas difíciles que nadie quiere hacer.