Treinta y seis años después del triunfo de la revolución que implantó un riguroso sistema religioso, la República Islámica de Irán aún lucha por instaurar un sistema de banca que cumpla con los preceptos del Corán y supere a la todavía imperante y estrictamente capitalista industria financiera del país.

Las finanzas islámicas prohíben tanto aceptar como pagar interés por un depósito o por el préstamo de dinero, lo que afecta a los clientes de un banco y también a la propia institución.

Sin embargo, en Irán, país que presume de aplicar a rajatabla las doctrinas del islám, los bancos todavía pagan por el depósito de dinero un tipo de alrededor del 20 %, mientras que para los préstamos cobran un interés de entre el 24 y el 27 %, un porcentaje muy alejado de la prohibición total de la usura que defienden los más religiosos.

Todo esto pese a que, según explicó el gobernador Banco Central Iraní, Valiola Seif, en el país "la ley de la banca sin riba (usura) se aprobó en 1983" y que desde entonces "el sistema bancario funciona bajo ese contexto".

Conforme a esa norma, las tasas de interés se justifican para compensar la inflación anual dictada por el Gobierno, si bien los márgenes son más amplios y nunca se ajustan a esa cifra exacta.

A pesar de que Seif afirmó que desde entonces las operaciones en Irán "son completamente diferentes al modo de banca en los países europeos y la banca tradicional", los hechos hablan en otro sentido.

Tal es así que figuras religiosas como el gran ayatolá Alaví Gorganí, uno de los más destacados representantes del clero chiíta, dijo esta semana a la prensa que "los intereses por retraso en el pago de un préstamo y los altos tipos se deben eliminar del sistema bancario".

Entre las quejas de los más religiosos se apunta que el sistema solo favorece a los más ricos, quienes pueden depositar grandes cantidades de dinero y al año cobrar elevados intereses, mientras empobrece a las capas medias o bajas de la sociedad, que pueden necesitar un préstamo a un interés desmesurado.

"Las autoridades quieren establecer el islám en nuestra vida social e intervienen en todo lo que pueden, pero como no les conviene no encuentran una solución al sistema económico del país", comentó Najme, una mujer de 33 años.

Con el objetivo de buscar soluciones, desde hace 26 años se lleva a cabo anualmente una conferencia en Teherán en la que se reúnen los jefes de los bancos y autoridades financieras para resolver los problemas y las carencias del sistema bancario islámico iraní.

En la última de estas citas, celebrada esta semana, el propio Seif explicó que el problema surgió porque la ley de 1983 estaba previsto que fuera temporal y que tras cinco años se estableciera una normativa permanente que recogiera las experiencias cosechadas en ese período, algo para lo que hasta el día de hoy "no ha habido oportunidad".

"Irán está revisando y reexamina las leyes de banca sin riba a fin de acercarlas lo máximo posible a los objetivos de la banca islámica para que pueda ser un fundamento preciso para el futuro de la industria en el país", dijo.

En el mismo encuentro, el ministro iraní de Economía, Ali Tayebnia, explicó que la eliminación de la usura es tan solo uno de los aspectos de la economía islámica entendida "como un sistema", por lo que toda la estructura económica tiene responsabilidades.

En ese sentido, señaló que Irán ha preparado dos nuevos proyectos de ley en los que se ha programado la eliminación de los problemas y desafíos existentes.

Ajenos a estos debates, desde el anuncio del acuerdo nuclear que pondrá fin a las sanciones a la economía iraní, han sido numerosos los bancos extranjeros que han anunciado su interés en operar en el país.

Sin mencionar si los criterios para llegar a Irán tienen que ser decididamente islámicos, Seif reconoció que no existe ninguna limitación para que éstos operen en el país e incluso, "en caso de que lo deseen", puedan poseer hasta el 40 % de un banco local o el 100 % si éste se instala en una zona franca.