La ONU urgió hoy a los bandos enfrentados en Libia para que dejen de perder tiempo y procedan a formar un gobierno de unidad con el fin de superar un conflicto armado que pone el riesgo la seguridad de toda la región.

"No hay más tiempo que perder", afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante una reunión de alto nivel convocada en Naciones Unidas para dar un mensaje claro con el fin de superar el conflicto armado en Libia.

El enviado especial de la ONU para Libia, el diplomático español Bernardino León, que lleva un año mediando en ese país, hizo llegar en septiembre pasado a las partes un nuevo texto de un acuerdo de paz que deben estudiar y poner en marcha antes del 20 de octubre.

Los dos bandos más importantes en este conflicto están encabezados por el Congreso Nacional General, que apoya al Gobierno de Trípoli, y el Congreso de los Diputados, que representa al gobierno internacionalmente reconocido, con sede en Tobruk.

León ha insistido en poner en marcha el acuerdo antes del 20 de octubre, cuando vence el mandato del Congreso de los Diputados, aunque existe la posibilidad de que Tobruk recurra a una maniobra legal para extenderlo hasta el 18 de febrero próximo.

Ban insistió hoy en que "ya ha pasado la hora de modificar ese texto". "Por primera vez desde la revolución de 2011, los libios tienen ante sí una hoja de ruta negociada, inclusiva y factible para el resto del proceso de transición política", recalcó.

Ante una audiencia que incluía al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, el secretario general insistió en que durante el último año y medio la violencia en Libia está dirigiendo al país a "una senda de muerte, desplazamiento y destrucción".

Es una violencia que aprovechan los grupos terroristas para colocar allí un "pie estratégico" y de la que también se benefician bandas criminales y traficantes de personas que organizan masivos flujos de migrantes hacia Europa.

"Ningún acuerdo es perfecto, pero este documento ayudará a Libia a superar el caos y llegar a la creación de un estado democrático y estable con un marco legal claro", insistió el diplomático coreano.

Kerry apoyó el mensaje de Ban, recalcó que el plan presentado por León es "equilibrado" y atiende "las más básicas aspiraciones" y pidió a los bandos libios que den un "paso valiente" para quienes más sufren, sus propios ciudadanos.

Y recordó que Libia, con unos seis millones de habitantes, tiene "enormes recursos" que pueden ser apetecibles para cualquiera que busque tener "su trozo de la tarta".

"Debemos terminar con el vacío de poder, que ha existido por mucho tiempo (...). No podemos aceptar más retrasos", insistió Kerry, y urgió a los libios para que procedan a formar su gobierno de concordia nacional "no mañana, ni la semana próxima, sino ahora".

Por su parte, Sameh Shukri, el ministro de Exteriores de Egipto, vecino de Libia y uno de los países que mayor influencia tiene en esa nación, insistió también en la necesidad de completar el proceso político.

Shukri dijo que la propuesta de León es "transparente e inclusiva" y señaló que durante sus gestiones "ha demostrado suficiente flexibilidad".

Egipto, que apoya al bando de Tobruk, acusó a los "rebeldes" de Trípoli de realizar "tácticas dilatorias" y sostuvo que quien siga con esa posición "será responsable de sus consecuencias".

"Los que están poniendo obstáculos tendrán que entender que se arriesgan a una confrontación con la comunidad internacional", afirmó Shuki. "La senda está bastante clara", insistió.

Italia, uno de los países que mayores refugiados libios ha recibido en sus costas, también apoyó el plan propuesto por León y, según su ministro de Exteriores, Paolo Gentiloni, "la hora de seguir haciendo borradores ha acabado".

"La hora es ahora, para todos nosotros, no podemos perder otra oportunidad", insistió Gentiloni.

También insistió en la urgencia España, representada por el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Ignacio Ybáñez Rubio, quien afirmó que "no tendría sentido seguir revisando" la propuesta defendida por el mediador de la ONU.

"Ningún acuerdo es perfecto. Ninguna de las partes queda completamente satisfecha, pero todos se sacrifican por el bien común", aseguró Ybáñez.