A setenta años del nacimiento del movimiento peronista, y a 41 de la muerte de Juan Domingo Perón, la figura del general, tres veces presidente de Argentina, se ha metido de lleno en la ajustada contienda electoral que vive el país.

Dos de los candidatos, el oficialista Daniel Scioli, y el disidente Sergio Massa, se declaran peronistas de viejo cuño, mientras el conservador Mauricio Macri tampoco oculta sus simpatías por el peronismo y alardea de los dirigentes peronistas que se han sumado a su proyecto en Propuesta Republicana (Pro).

Todos abrazan la bandera peronista en busca de votos en las elecciones más ajustadas de los últimos doce años, no por la falta de un favorito en las encuestas -Scioli- sino por la posibilidad de una segunda vuelta.

Llegar a la Presidencia argentina no es fácil. Es el único país donde el presidente debe conseguir un 45 por ciento de votos o un 40 por ciento con diez puntos de ventaja sobre su principal rival.

Los sondeos le conceden a Scioli cerca del 40 por ciento, pero no adelantan si se impondrá en primera vuelta.

De no lograrlo, tendría que competir en una segunda ronda previsiblemente con Macri y sería la primera vez que los argentinos van a un "ballotage".

En un contexto de incertidumbre, los candidatos buscan el voto indeciso. Y la figura de Perón tiene mucho peso en la historia argentina.

No en vano, los peronistas han liderado la mayoría de los gobiernos de la última etapa democrática, con las únicas excepciones de los radicales Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando de la Rúa, que tuvo que abandonar precipitadamente la Presidencia en medio del crack económico y social del 2001.

"El peronismo es la principal fuerza política de Argentina. Es un fenómeno cultural. No es un partido, hay que verlo como lo definió Perón, como un movimiento", explica Patricio Giusto, de Diagnóstico Político.

Su protagonismo, continúa, "tiene que ver con la crisis de los partidos políticos. No han podido construir un partido que lo superara. El Pro de Macri, que vendría a romper la lógica de peronismo y radicalismo, sería una gran cambio, pero aún así reivindica sus valores y muestra a los dirigentes peronistas en sus filas".

Una de las claves del éxito del peronismo es su capacidad para reunir a grupos de las más distintas tendencias.

Poco tienen que ver los gobiernos del liberal Carlos Menem, artífice de buena parte de las privatizaciones de empresas públicas del país, con los del fallecido Néstor Kirchner o su esposa y sucesora, Cristina Fernández, que estatizaron, entre otras, YPF y Aerolíneas Argentinas.

"Todos son peronistas. De hecho, Perón logró subsistir porque tenía en su movimiento desde comunistas hasta conservadores. Esa es parte de la esencia del peronismo", subraya Giusto.

Todos evocan a Perón en la recta final de la campaña, que ha coincidido con el 70 aniversario del Día de la Lealtad peronista, el 17 de octubre, cuando se conmemora la movilización que en 1945 reunió a cientos de miles de personas en la Plaza de Mayo para pedir la liberación y restitución en su cargo del entonces coronel y ministro de Trabajo, que después alcanzaría la Presidencia en tres ocasiones entre 1946 y 1973.

Scioli convocó a los trabajadores a votar "con unidad" para "seguir profundizando la justicia social", Massa se inclinó por una ofrenda floral e incluso Macri pidió el voto peronista, pocos días después de inaugurar un monumento del general en Buenos Aires.

La reacción del peronismo de pata negra contra Macri no se hizo esperar para denunciar el uso "proselitista" de Perón en lo que consideraron una "ofensa a la identidad peronista y la historia argentina", en palabras del oficialista Juan Carlos Dante Gullo.

Para Giusto, los intentos por arañar votos peronistas "no terminan de mover el amperímetro electoral".

Mientras, los supervivientes de la "vieja guardia" de Perón, hoy octogenarios y nonagenarios, reivindican un movimiento que califican como "un sentimiento" y que, lamentan, no encarna en esencia ninguno de los candidatos.

"Del peronismo de Perón no queda nada", lamenta Andrés López, de 93 años, custodio del general.

"Es muy difícil hacer un juicio de valor sobre quién es más peronista. Perón cambió mucho entre su primer gobierno y el último, aunque si nos fijamos en su primera época, ninguno de ellos cumple", considera Giusto.

Los reclamos de la "vieja guardia", añade, "son banderas nostálgicas, con valores ya no tienen que ver con el mundo actual, pero que siguen siendo efectivos para Argentina".

En medio de esta fiebre peronista, muchos se acuerdan también de una frase que se le atribuye a un expresidente peronista: El peronismo tiene un Día de la Lealtad y 364 días de traiciones.