El presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, cedió hoy a sus objeciones para nombrar un Gobierno liderado por el socialista António Costa apoyado por la izquierda radical, que sustituirá al conservador de Pedro Passos Coelho.

Cincuenta días después de las elecciones legislativas del 4 de octubre, Cavaco Silva quiso poner fin a la crisis política y acabó por llamar a Costa para que sea nuevo primer ministro de Portugal, cargo que tanto él como los ministros que conformarán su Gabinete jurarán, previsiblemente, a finales de esta semana.

El presidente anunció esta decisión un día después de haber cuestionado algunos puntos incluidos en el acuerdo que el moderado Partido Socialista (PS) de Costa alcanzó con el Bloque de Izquierda (aliado a Syriza y Podemos en la UE) y el Partido Comunista de Portugal (PCP).

António Costa le aclaró hoy mismo que se cumplirán las metas de déficit, se mantendrá la estabilidad del sistema financiero y se darán las condiciones para la aprobación de los Presupuestos Generales de 2016, documento que urge a Bruselas.

En el mismo comunicado en el que confirmó la elección de Costa para liderar el Ejecutivo, el jefe de Estado justificó su decisión argumentando que mantener a Passos Coelho en funciones era la opción que brindaba menos estabilidad a Portugal, país que aún se recupera de una dura crisis económica.

Passos Coelho, la primera opción de Cavaco Silva por haber sido el líder de la lista más votada el 4 de octubre, fue forzado a dimitir el 10 de noviembre, once días después de tomar posesión de su cargo por segunda vez -ya había liderado el Gobierno luso entre el 2011 y el 2015-, debido a una moción de la izquierda en bloque.

Con el nombramiento anunciado hoy por el presidente, el PS se convierte en el primer partido derrotado en las urnas que gobierna Portugal apoyado por un acuerdo inédito con el Bloque y el PCP, dos partidos históricamente beligerantes con la izquierda moderada.

Los socialistas habían sido derrotados en las urnas por la coalición de centro-derecha de PSD y CDS-PP, que logró casi seis puntos más que el PS (casi 39 % contra 32 %), aunque sin la mayoría absoluta en el Parlamento que sí tiene toda la izquierda unida.

"Nuestras prioridades son conocidas: la recuperación de las condiciones (económicas) de buena parte de la población, que vive con gran dificultad, y simultáneamente apoyar la economía empresarial para crear empleo y crecimiento", subrayó el presidente del PS, Carlos César.

César aclaró que están listos para formar Gobierno con las modificaciones resultantes de los acuerdos parlamentarios con los partidos a la izquierda del PS, que incluyen la reposición de los recortes de los salarios de los funcionarios públicos durante 2016, descongelar las pensiones y frenar las privatizaciones en los transportes públicos.

Los medios portugueses especulan ya con que el Gobierno de Costa, que no tendrá miembros ni del Bloque ni del PCP, contará con 17 ministros.

Varios de ellos tendrían experiencia gubernativa en el último Gabinete socialista, el de José Sócrates, que duró apenas un año y medio (2009-2011) y que acabó con la firma de un rescate internacional con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El Bloque consideró que el futuro Ejecutivo socialista representa "pasar de página" contra el empobrecimiento agravado por el Gobierno saliente de centro-derecha (2011-2015).

"Seremos la garantía y el compromiso por los salarios y pensiones, en favor de la seguridad social, la educación y la sanidad. Tendremos un país un poco más justo. Este acuerdo y la derrota de la derecha es apenas un buen inicio", señaló Catarina Martins, portavoz de ese grupo.

Los comunistas, la quinta fuerza del Parlamento, optaron por criticar la dilación de Cavaco Silva, al que acusaron de intentar mantener a los conservadores en el poder "hasta el último momento".

El Partido Social Demócrata (PSD) del saliente Passos Coelho denunció la "fragilidad e inconsistencia" del futuro Gobierno portugués, mientras sus socios minoritarios del CDS-PP lo calificaron de políticamente "ilegítimo" por no tener el respaldo de los electores.