Los titulares de Exteriores de Japón y Estados Unidos, Fumio Kishida y John Kerry, trataron hoy por vía telefónica la crisis diplomática que viven Arabia Saudí e Irán y se mostraron de acuerdo en la necesidad de resolver la situación mediante el diálogo.

En su conversación de 20 minutos, Kishida y Kerry compartieron su preocupación por el deterioro de las relaciones de Riad y Teherán, y su intención de instar a todas las partes a actuar con moderación para velar por la estabilidad en Medio Oriente, según reveló el ministro nipón en una rueda de prensa recogida por la agencia de noticias Kyodo.

Arabia Saudí e Irán rompieron sus relaciones diplomáticas esta semana tras la ejecución en Riad, el pasado sábado, del clérigo chií Al Nimr Baqir al Nimr y los posteriores asaltos a la embajada saudí en Teherán y al consulado en la ciudad iraní de Mashhad.

La crisis ha generado preocupación en la comunidad internacional, que ha pedido calma a ambos países con el objetivo de que esta escalada de tensión no afecte a las negociaciones abiertas para solucionar los conflictos en la región de Siria, Irak y el Yemen.

El secretario de Estado estadounidense y el ministro japonés compartieron además su preocupación por las pruebas de transporte aéreo que China ha efectuado recientemente en las islas Spratly, un archipiélago cuya soberanía reclaman varios países.

China, Brunei, Filipinas, Malasia, Vietnam y Taiwán reivindican total o parcialmente las Spratly, un archipiélago en el mar de China Meridional rico en reservas energéticas y recursos marinos.

Durante su conversación, Kerry comunicó además su satisfacción al ministro nipón por el reciente acuerdo alcanzado por Japón y Corea del Sur para resolver el conflicto sobre las esclavas sexuales reclutadas por el Ejército imperial nipón durante su ocupación de la península coreana antes y durante la II Guerra Mundial.

Como parte del pacto alcanzado para trata de zanjar este asunto que ha afectado a las relaciones bilaterales, Tokio se comprometió a aportar 1.000 millones de yenes (unos 7,8 millones de euros) a un nuevo fondo de compensación que sería gestionado por Seúl, destinado a "honrar y restaurar la dignidad de las víctimas".