Los yihadistas marroquíes tienen en su punto de mira las comisarías y cuarteles, las representaciones diplomáticas occidentales, los lugares turísticos y los que consideran enemigos ideológicos, según afirma el máximo responsable de la lucha antiterrorista, Abdelhak Jiam.

En una entrevista con Efe, Jiam, director de la Oficina Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ, siglas en francés), encargado de centralizar la lucha antiterrorista, sostiene que "la mayoría" de yihadistas marroquíes, cuando viajan a los que llama "focos de tensión" (Siria, Irak o Libia), tienen como objetivo final atentar en su país.

El último atentado de carácter yihadista se produjo en 2011 contra un café en la plaza de Yamaa al Fna de Marrakech, que causó 17 muertos, en su mayoría turistas; posteriormente no se ha registrado ningún otro ataque, aun cuando los desmantelamientos de comandos son constantes, y solo en los últimos diez meses se han desarticulado 23 células, precisó Jiam.

Jiam, un experimentado policía que ha pasado años al frente de la Policía Judicial, considera que estos comandos tienen un recorrido similar: primero, reclutar y enviar yihadistas al "frente de combate", que en el caso de Marruecos superan los 1.500 salidos para luchar, o más habitualmente para entrenarse.

En una segunda fase, sus jefes (antes Al Qaeda, ahora progresivamente el grupo Estado Islámico) los devuelven a Marruecos para que se establezcan como "células durmientes" y esperen órdenes para atacar: dos centenares de estos "retornados" han sido apresados en Marruecos en los últimos años, de ellos 23 en los diez meses de existencia del BCIJ.

Con los últimos cambios legislativos aprobados en 2015, estos "retornados" se enfrentan a penas de hasta quince años de cárcel por practicar la "yihad" en el extranjero.

Algunas de las células desmanteladas tenían "planes muy avanzados" de atacar en Marruecos, además de armas en su poder, y aunque Jiam es reacio a citar objetivos concretos, señala algunos de ellos: un chií marroquí "al que pensaban decapitar", un dirigente de un partido político que no quiso identificar, un destacado activista laico llamado Ahmed Assid y las patrullas policiales móviles a las que pensaban desvalijar de sus armas.

Junto a estos, otros objetivos que se repiten en los últimos años: representaciones diplomáticas occidentales, comisarías y cuarteles por ser "símbolos del Estado" y lugares turísticos, entre los que se encuentran algunos hoteles que pensaban haber atacado las pasadas navidades.

Todos estos planes han logrado desbaratarse gracias a lo que Jiam calificó de "política anticipativa" del Estado, una estrategia que incluye el control del ámbito religioso (unificar los sermones de las mezquitas y las fetuas), la vigilancia de la actividad cibernética, las medidas de reinserción de presos salafistas y el constante intercambio de información con los países occidentales.

En este sentido, Jiam alabó el nivel de colaboración antiterrorista logrado entre España y Marruecos, para el que no ahorró calificativos y que, según él, debería servir de ejemplo a países como Francia o Bélgica.

Jiam considera que España, tras los atentados de la estación de Atocha de 2004, comprendió tempranamente la necesidad de desarrollar una legislación "ad hoc" y medidas preventivas, en lo que -según él- ha "convergido" con Marruecos, mientras que los franceses y belgas solo han comenzado a hacerlo en los últimos meses.

"Las relaciones con España son excelentes, y prueba de ello son las operaciones antiterroristas conjuntas y simultáneas (seis entre 2014 y 2015); la seguridad de España es la seguridad de Marruecos, y viceversa", enfatiza Jiam.

Con respecto a la radicalización de las comunidades musulmanas de Europa, relativamente baja en España si se compara con los países del centro de Europa, Jiam lo achaca a dos fenómenos: uno, que los marroquíes de España tienen un contacto más regular con su país de origen, al que viajan "varias veces al año" gracias a la proximidad, y dos, el trabajo en España de ulemas marroquíes que contribuyen a la moderación de esas comunidades.

En cuanto a la abundancia comparativa de yihadistas en Ceuta y Melilla y sus regiones colindantes, Jiam considera que esto fue cierto en un primer momento, pero progresivamente la policía marroquí está encontrando células yihadistas "en todas las regiones de Marruecos".