La batalla por la Casa Blanca, una de las más concurridas de la historia reciente de Estados Unidos, se librará en las primarias entre quince aspirantes, tres demócratas y doce republicanos, de los que deben salir tan sólo dos candidatos.

Los favoritos son el magnate inmobiliario Donald Trump, entre los republicanos, y la ex secretaria de estado y ex primera dama, Hillary Clinton, entre los demócratas, que en la etapa de primarias habrán de demostrar que son la mejor opción de su propio bando.

A unos días de los caucus de Iowa del 1 de febrero, pistoletazo de salida de las primarias, Trump, una estrella de la televisión, mantiene el protagonismo logrado desde que lanzó su campaña con un discurso populista, xenófobo y crítico con la política tradicional.

El magnate, de 69 años, que no tiene experiencia política ni ha ocupado ningún cargo público, se presenta a sí mismo como un candidato fuera de la norma, que dice lo que piensa y cuyo único objetivo es recuperar el viejo esplendor de América.

La figura prototípica del político a la que Trump se refiere es la que encarna Hillary Clinton, de 68 años, para quien la experiencia política se ha convertido en un arma de doble filo.

La candidata esgrime sus tablas como su mayor fortaleza, ya que fue primera dama durante el mandato de su marido, Bill Clinton, senadora por Nueva York y secretaria de Estado cuando sus aspiraciones a la Casa Blanca quedaron frustradas por el actual presidente Barack Obama y su arrolladora campaña de 2008.

Trump no es el único que señala la experiencia de Clinton como una lacra y la considera la candidata del status quo.

La afinidad de Clinton con Wall Street obsesiona al senador independiente por Vermont Bernie Sanders, de 74 años, su principal rival en el partido, que se define como "socialista democrático", una etiqueta que defiende y que no todo el mundo entiende en un país en el que el término se asocia al comunismo soviético.

Sanders, que se muestra orgulloso de que su campaña la financian sus seguidores con pequeñas contribuciones, ha reavivado la pasión del sector más progresista de su partido con su denuncia de la creciente desigualdad y la erosión de la clase media.

Las opciones en el partido demócrata las completa el exgobernador de Maryland Martin O''Malley, de 53 años, de ideas moderadas pero perfil bajo pese a tener logros en su estado como la legalización del matrimonio entre homosexuales, el control de las armas o la consecución de más derechos para los inmigrantes indocumentados.

El terreno republicano es más prolífico, con once aspirantes que pugnan por no quedar a la sombra del prominente Trump.

El preferido del ala más conservadora del Partido Republicano, el llamado Tea Party, es el senador por Texas Ted Cruz, de 45 años y origen cubano, que esgrime una crítica frontal al legado de Obama, cuyos principales logros políticos promete derogar.

De quien más le cuesta distinguirse a Cruz es del senador por Florida Marco Rubio, un año más joven y también de origen cubano, que cuenta con una amplia aprobación entre las bases republicanas.

El factor diferencial de Rubio es su aproximación al votante latino, con la propuesta de abrir procesos de ciudadanía para los indocumentados, lo que le ha valido acusaciones de debilidad.

Por detrás de Rubio, luchan por no caer en el olvido candidatos que tuvieron su momento de gloria en las encuestas, como el prominente neurocirujano Ben Carson, de 64 años, profundamente religioso y ferviente defensor del libre mercado.

Caso especial es el exgobernador de Florida Jeb Bush, hijo y hermano de expresidentes, que partía como uno de los favoritos de la contienda republicana y que no ha logrado escalar en las encuestas.

Bush, de 62 años y que goza de cierta popularidad entre los hispanos por estar casado con una mexicana, tiene una larga experiencia como servidor público, pero su talante contenido y sobriedad dialéctica lo han relegado de los favoritos, pero hay quienes aún no descartan que pudiera dar alguna sorpresa.

A continuación, de acuerdo con el apoyo recabado en las encuestas, se encuentran el gobernador de New Jersey, Chris Christie, de talante moderado, franco, cercano y afable; el popular gobernador de Ohio, John Kasich, que a sus 63 años lleva más de 40 de carrera política, y el senador por Kentucky, Rand Paul, que preconiza la menor intervención posible del estado en los asuntos ciudadanos.

El abanico de posibilidades para el votante republicano lo completan la exconsejera delegada de Hewlett-Packard Carly Fiorina, única mujer en la contienda republicana; y los llamados "conservadores sociales" Mike Huckabee, exgobernador de Arkansas, y Rick Santorum, exsenador por Pensilvania.

En última posición se encuentra el exgobernador de Virginia Jim Gilmore, perteneciente al "aparato" del Partido Republicano y cuya campaña ha sido prácticamente inexistente, sin apariciones en los medios, con presencia en sólo dos debates y con resultados en los sondeos por debajo del 1 %.

Con estos últimos candidatos las apuestas no son tanto si lograrán la candidatura como cuándo anunciarán su retirada.